Regularmente soy la persona que escribe para las redes sociales de CISROCO, mostrando qué hacemos, cómo viven nuestros residentes y qué actividades organizamos. Hoy hablaré de mí:
Soy terapeuta ocupacional y la dueña de casa de CISROCO. Estoy a cargo de las actividades que organizamos y acompaño gran parte del día a día en la institución, siendo una persona de referencia para los adultos mayores que viven en el hogar
Como toda persona, tengo una historia de vida, y en esa historia, tal vez hay algo curioso: fui monja, religiosa franciscana por 7 años, donde me dediqué principalmente al trabajo con niños y jóvenes, y donde pude profundizar el conocimiento en teología y espiritualidad.
Llevo 4 años trabajando en CISROCO, primero sólo como terapeuta ocupacional, y desde hace ya 2 años también como dueña de casa. Los residentes muchas veces canalizan en mí sus inquietudes, preocupaciones, iniciativas, así como también las quejas que van presentando en el día a día.
Mi rol es coordinar la solución de los problemas que se puedan dar, pero sobre todo, ACOMPAÑAR, estar con ellos, y en ese sentido me siento una privilegiada de poder trabajar en esta institución.
Desde que comenzó la pandemia, hemos estado, junto a todo el equipo de CISROCO, haciendo un trabajo fuerte para evitar que entre el coronavirus en nuestra residencia, pero también, acompañando y cuidando a los adultos mayores, conscientes de que las cuarentenas y restricciones tienen un impacto en la salud mental y calidad de vida de las personas.
Desde mediados de marzo a la fecha, también estoy compartiendo la experiencia de lo que significa ser una residente en CISROCO: a raíz de la pandemia, he optado por quedarme a vivir por periodos en la institución; por una parte, para disminuir los riesgos de contagio, pero en gran medida para ESTAR, cumplir mi rol y ayudar a hacer un poco más llevadero el encierro y la ausencia de visita.
He experimentado lo que seguramente vive un residente una vez ingresa a CISROCO.
Despertar en un espacio nuevo, del cual hay que apropiarse, o también convivir el día a día con quienes viven y trabajan acá, no sólo de manera diurna. Eso ha sido, hasta la fecha, una experiencia interesante.
He sentido además que para nuestros residentes es importante que alguien esté acá físicamente, más allá del trabajo mismo, por un asunto de seguridad o protección.