Estamos distanciados. Lo llaman “distancia social”, aunque en lo personal prefiero llamarlo distancia física. Los cuerpos son los que deben estar separados unos de otros. Son los fluidos corporales los que transmiten el virus.
Lo social no daña, por el contrario, es el mejor recurso para poder sobrellevar la distancia que estamos viviendo.
Hay celebraciones que, en ciertas circunstancias, pueden ser pospuestas. Muchos Bnei y Benot Mitzvá han optado por esto. Las parejas también han elegido posponer sus Jupot frente a esta realidad que supera cualquier tipo de orden religioso. “Diná Demaljutá, Diná”. Esta expresión, producto de nuestros sabios, entiende que la Ley del reino es Ley. Es decir, siempre y cuando no vaya en contra de ciertas leyes determinadas, la ley del lugar en el cual residimos está por encima de muchas disposiciones de nuestra tradición. La celebración masiva y el encuentro social, queda suspendido hasta las condiciones sanitarias del país, puedan enfrentarlas.
Sin embargo, esto no nos alejó de nuestra gente. Todo lo contrario. Nos obligó a pensar múltiples maneras de mantener los espacios sociales y educativos. Entre ellos nuestro Talmud Torá. Siendo el espacio donde niños y niñas se preparan para convertirse en responsables dentro de la tradición judía, estamos trabajando en diversos grupos más pequeños por la plataforma Zoom, debido a que en el mundo digital corremos el riesgo de perder contacto con ellos si los grupos son numerosos. En este sentido, la enseñanza de los contenidos generales se desarrolla de esa manera, compartiendo varios días a la semana con los distintos grupos.
Otro espacio diferente dentro del mismo programa, tiene que ver con la preparación específica de cada niño, de acuerdo a la fecha de su ceremonia. Aprender el contenido de su parashá y cómo leerla (que cambia en cada semana), colocarse los tefilín, el talit, conocer las berajot, etc. Estos son contenidos que si bien todos acceden en un momento determinado, cambia según la fecha de la ceremonia. Y representa la última etapa de la preparación.
Con una responsabilidad que quisiera destacar, Gabriel y Rodrigo Brenner se han empoderado en este espacio y rápidamente hemos comenzado a avanzar en su preparación. Con grabaciones enviadas por Whatsapp, lo mismo que los textos en hebreo de la parashá y las diferentes berajot, ellos han venido avanzando de manera muy responsable y comprometida. Aprender mirando una pantalla la manera en la que nos colocamos el talit y los tefilín, poder leer el texto de la parashá y hacer las correcciones necesarias (cuando la conexión no nos juega una mala pasada) se convirtió en una increíble aventura, divertida e innovadora.
Al mismo tiempo, comenzamos a preguntarnos acerca de cómo celebraremos la llegada de Gabriel y Rodrigo al mundo de las mitzvot. El día jueves, con el talit y los tefilín, serán llamados a la Torá por primera vez. Será un minián seguramente íntimo, con todos los cuidados necesarios. Pero con la posibilidad de conexión para que toda la familia que no pueda estar presente físicamente, sea testigo de ese maravilloso momento. El día sábado, durante Minjá de Shabat, mantendremos nuevamente el minián íntimo, pero sin la posibilidad de conectarnos a plataformas virtuales. Esto último, en la era de las masivas comunicaciones audiovisuales, en los tiempos en donde creemos estar en todos lados, no debe ser visto como un punto negativo. Creo que es todo lo contrario. Es la oportunidad para que ellos, los jóvenes Bnei Mitzvá, puedan convertirse en transmisores de su experiencia. Poder narrar a los demás, a los que no hayan podido estar físicamente en ese momento, sobre su experiencia, sobre su Bar Mitzvá.
¿Acaso no hemos escuchado las historias de padres, abuelos, tíos y demás personas sobre sus experiencias y ceremonias? ¿No fue por medio de los relatos que podemos conocer sobre los demás y sobre sus vivencias, sin que hayamos estado físicamente ahí? En tiempos de las masivas telecomunicaciones, donde creemos estar en todos lados y, muchas veces, no estamos, Gabriel y Rodrigo (y junto a ellos, todos nuestros Bnei y Bnot Mitzvá) tienen la oportunidad de volver a relatar. De afinar el ejercicio de la memoria para poder contar a los demás lo que no pudieron ver. De convertirse en transmisores de la propia experiencia. De convertirse, en otras palabras, en Bnei y Bnot Mitzvá.
Rab. Pablo Gabe