Por rabino Yonatan Szewkis
En 1962 fueron creados, por Hanna Barbera, los Supersónicos. Muchos de nosotros crecimos mirando esta serie de dibujos animados en donde se mostraba y pensaba como sería el futuro por el año 2062, es decir 50 años más tarde de su creación.
Aéroautos, casas suspendidas en el aire, robots cumpliendo funciones de todo tipo, desde quehaceres domésticos hasta profesores de tenis, videollamadas, y tantas cosas más.
Bueno… hoy en 2020, podríamos decir: ¡Bienvenido a la Era de los Supersónicos!
Muchos de los avances tecnológicos con los que soñaban Hanna Barbera, hoy son una realidad. Tal vez nos falten aún algunas cosas por producir, pero no se preocupen, faltan todavía 42 años para llegar a la fecha en que “vivían” los Supersónicos.
En parte, el efecto de la pandemia que nos toca vivir hoy, nos reveló todas estas cosas que sólo las creíamos posibles a modo de imaginación de quienes crearon esta serie; fueron visionarios sin dudas. Con la pandemia hemos visto que el teletrabajo es una realidad, que el hecho de que te atienda un robot en vez de un médico, también es una realidad. Comunicarte y poder ver en el momento a tus familiares que se encuentran en el otro extremo del mundo, también lo es.
Producto de todo lo que produjo la pandemia, con los avances tecnológicos y a modo de no quedar fuera de tema y dar una solución a las personas: la religión se tuvo que adaptar también a la nueva realidad.
Sin embargo, se sabe que todo aquello que está ligado a las emociones, espiritualidad, a la parte sentimental del hombre y de la mujer, es más difícil de cambiar. No cambias un componente, un neumático, etc. y todo vuelve a estar bien. Esto lleva más tiempo, las religiones son más antiguas y, por ende, les es más complejo transformarse.
Así se vio el judaísmo religioso. Algunos más, otros menos dispuesto al cambio tuvieron que ver sus legislaciones para en algunos casos ceder y en otros aumentar la rigurosidad fundamentándose en que el no hacerlo abre un foco de asimilación.
El comienzo fue difícil, romper tabúes halájicos del judaísmo.
¿Vale el Zoom en Shabat o en Yamim Noraim? ¿Leemos o no la Torá? ¿Se deja filmado desde antes y automáticamente se reproduce el servicio?
Sólo el tiempo dirá si hicimos o no lo correcto…
Viña del Mar sigue en cuarentena, no sabemos cuando saldremos de ella; tal vez en esa misma sensación de los Bnei Israel al querer saber cuándo saldrían de Egipto cuando ya veían que pasaban las plagas contra el faraón una tras otra. Debíamos tomar una decisión. Ayudó el hecho de saber que no salíamos de la cuarentena.
Por supuesto que todo era diferente. Desde transformar nuestra tradicional sinagoga a la que gran parte de la comunidad asiste tradicionalmente en cada Yamim Noraim a que cada casa se transformara en una pequeña sinagoga o “Mishkán” santuario. Llevar la Torá a cada persona que se honraría en Kol Nidré para tener un Kol Nidré lo más similar a lo que estábamos acostumbrados. Videos de Tashlij, de nuestra tradicional Romería al cementerio pre Yom Kipur, etc. Tratamos de que todo fuera lo más “normal” dentro de la anormalidad que nos tocaba vivir.
¿El resultado? La gran mayoría de la gente contenta, agradecida.