Estamos en un tiempo en el cual la atención y el cuidado con nuestra salud han tomado un papel central en el día a día. Sin embargo, pareciera ser que nunca antes valoramos tanto la posibilidad de comunicarnos, de vernos con nuestros seres queridos, así como el tener nuestra vida cotidiana en condiciones de “normalidad”.
Días de cuarentena, restricciones de movilidad en el exterior, limitaciones en acceso a comercio y el llamado constante a mantener la distancia social han repercutido en nuestras formas de relacionarnos, así como la estructuración de nuestra rutina.
En las personas mayores estas condicionantes no sólo impactan en la vida del día a día, sino que afectan de manera significativa en la dimensión afectiva, principalmente por la distancia que esto puede generar en la relación con familiares y seres queridos.