Octubre, último trimestre del 2020: en nuestros oídos las plegarias los ecos de Yamim Noraim, Sucot y Simjat Torá, Fiestas Patrias; todas especiales este año cuando comenzamos a escribir esta columna.
Un año duro y difícil se ha ido y el nuevo 5781 llega con la esperanza depositada en él para que sea más positivo para todos nosotros.
En Chile ha comenzado un lento pero constante desconfinamiento que todavía no sabemos si se mantendrá en el tiempo, pero que ha significado un retomar paulatino de las diversas actividades que realizabamos y que se suspendieron abruptamente.
No sabemos cuánto avanzaremos hacia una regularización definitiva, pero de a poco vamos retomando actividades laborales y sociales que estaban paralizadas.
Durante la pandemia pudimos ver la acción solidaria de muchos en nuestra comunidad y recibir la ayuda generosa de distintas personas e instituciones que se dieron cuenta de las dificultades que tenían para subsistir muchas familias. Distintos programas y actividades de recaudación que emprendimos ya sea solos o con la colaboración de otras instituciones resultaron exitosas.
Todo esto nos demostró lo significativa y solidaria que es la comunidad en situaciones de emergencia como las vividas.
Sabemos que tarde o temprano volveremos a nuestras rutinas y actividades regulares. Sin embargo, la pregunta que nos tenemos que formular es…
¿Cómo podemos mantener el espíritu de solidaridad y generosidad que se forjó en estos meses?