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Israel: 

Salud mental en tiempos de duelo y guerra

 

El 7 de octubre no solo se llevó vidas. Se llevó también certezas, rutinas, y la sensación de seguridad que sostenía a todo un país. Desde entonces, Israel vive una doble guerra: en el frente de batalla y la que se vive dentro de cada persona.

Ansiedad, insomnio, miedo constante, silencio. Familias enteras atraviesan el duelo, soldados cargan con imágenes imborrables y niños crecen con un nuevo lenguaje de alarmas, refugios y pérdidas. Es un trauma colectivo que no distingue edades, religiones ni ideologías.

Israel atraviesa una herida colectiva que no se mide en cifras, sino en silencios, lágrimas y abrazos que buscan sostener lo insoportable. En esta entrevista, conversamos con el Dr. Roberto Amon Cabelli, psiquiatra chileno del Hospital Rambam, quien nos cuenta un poco sobre esta batalla invisible: la lucha por la salud mental de todo un pueblo que, aún herido, sigue buscando la fuerza para levantarse.

 

Porque a pesar del dolor ¡Am Israel Jai!

 

Por Daphne Dionizis

 

¿Cómo describirías el estado emocional de la sociedad israelí desde el 7 de octubre?

La sociedad israelí es muy resiliente. Está adaptada a los conflictos, a los cambios y a tener que vivir con amenazas constantes. Uno percibe que la gente que nació acá o que lleva muchos años viviendo en Israel, se adapta con bastante más facilidad. Es como lo que pasa con los terremotos en Chile, que uno ya ni se alarma si son de baja intensidad. 

 

Al comienzo hubo mucha ansiedad y temor. La gente que uno veía más afectada eran las familias que tenían a sus hijos en el ejército, los que tienen niños chicos y adultos mayores, que les era más difícil movilizarse a los refugios. Hubo mucho estrés, ansiedad, de hecho, se duplicaron las consultas por ansiedad, por trastornos de sueño y estrés post traumático; pero al mismo tiempo las personas intentan vivir una vida relativamente normal, frecuentando shoppings, juntándose a tomar un café, entre otros. Los colegios cierran en medio de la guerra, y al otro día abren y funcionan nuevamente. Aquí inmediatamente todo funciona y todos se coordinan. 

 

Acá es una sociedad donde la familia, los valores y la comunidad tienen un rol muy central. Hay mucho estrés, pero hay resiliencia social y mucha red de apoyo y contención. 

 

A partir de abril post 7 de octubre, empezaron a bajar de manera significativa las consultas. No han vuelto a los índices que era pre guerra, pero sí la gente como que se adaptó, aunque claramente la mayoría quiere que esto acabe y vuelva la paz.  

“Un estudio indicó que 31.4% de la población adulta de Israel cumplía criterios para Trastorno de estrés postraumático un mes después del ataque del 7 de octubre; el uso de tabaco, alcohol, sedantes y pastillas para dormir aumentó entre 10–16.5%”.

 

¿Qué síntomas emocionales estás viendo con más frecuencia en tus pacientes? ¿Miedo? ¿Culpa? ¿Ansiedad constante?

Principalmente ansiedad. También temor y problemas de sueño. Muchos pacientes que tenían trastornos previos se descompensaron, entonces estamos viendo muchas depresiones por causa de descompensaciones. 

Una de las cosas que pasa con la depresión es que muchas veces se producen depresiones por sobrecargas de estrés, entonces después de un tiempo de ansiedad intensa, ese estado muchas veces evoluciona a depresión. Me tocó estar con los desplazados que vivían cercanos a la frontera de Gaza, y yo te diría que el 70% u 80% de las personas tenían síntomas de estrés post traumático. 

En todas las comunidades que viven muy cerca del límite con el Líbano, por ejemplo, o en zonas de conflictos, a parte de la ansiedad, se ve que las personas tienen muchas pesadillas, que si escuchan una alarma de una ambulancia ya sienten que puede haber una bomba, ese tipo de cosas. 

“Se estima que 3 millones de israelíes (aprox. 30% de la población) sufren síntomas de trauma, ansiedad o depresión tras la guerra. De éstos, el 90% no buscaron tratamiento profesional; la espera promedio para consulta psiquiátrica es de 6.5 meses”.

¿Hay alguna diferencia entre cómo están enfrentando esto los adultos y cómo lo enfrentan los niños?

Hay niños chicos que lo han pasado muy mal, porque piensa que hasta el 2022 les tocó todo lo de la pandemia, muchos niños sin clases y estar encerrados. Después tuvieron un año de tranquilidad y ahora están viviendo esto de la guerra, con alarmas, con clases intermitentes. 

Los niños se ven influenciados directamente por cómo reaccionan los padres. Hay padres que tratan de hacer esto más llevadero y al momento de las alarmas ingresan a los refugios haciendo una especie de juego. En los casos en que los adultos lloran mucho y están más nerviosos, los niños reaccionan igual, ya que toman el estado emocional de sus papás. 

En el caso de los jóvenes, aumentó el consumo de alcohol y marihuana, incluso hay muchos pacientes que han solicitado permiso para usar marihuana medicinal. Las adicciones son un problema serio acá en Israel. 

Me dices que aumentó la depresión y el estrés post traumático, pero en 2024, Israel salió dentro del Ranking de los 10 países más felices para vivir. ¿Cómo se explica esto?

Sí, es algo bien interesante. Yo también me hice esa misma pregunta. Lo que mide el World Happiness Report es por un lado el ingreso per cápita, la esperanza de vida, la libertad para tomar decisiones, entre otros. 

Acá la mayor parte de la gente paga parte de su sueldo para el bituaj leumi, la seguridad pública. Si uno no tiene trabajo, tiene problemas de vivienda o si vives solo y necesitas algún tipo de ayuda, todos estos servicios te los dan de la seguridad pública. ¡Funciona muy bien!

Acá la sociedad es muy cohesionada, muy resiliente y están acostumbrados a los conflictos. Podemos decir que desde la fundación del Estado vivimos en diferentes conflictos, entonces la red familiar y de comunidad es fundamental. También hay muchas intervenciones preventivas, hay muchas organizaciones que te dan servicios de apoyo, líneas directas, y tienes la posibilidad de obtener ayuda médica muy rápida y a costo 0. 

En Israel uno puede recibir mucha ayuda por parte del bituaj leumi. Por ejemplo, si no tienes casa, te dan la posibilidad de tener una; si tienes un cuadro fóbico, te mandan un terapeuta para ayudarte a salir o hacer cosas contigo, entonces todas estas cosas hacen que uno esté muy seguro, por así decirlo, y eso definitivamente influye en la percepción de felicidad con la vida.

También existe un sentido de propósito muy fuerte, ya sea por la fe o por el sionismo. Uno siente que está con un sentido más allá de uno mismo y resignifica los eventos negativos como oportunidades y les da sentido. Víctor Frankl, decía que había tres formas de darle sentido a la vida: el primero a través del trabajo, de hacer cosas por el otro. El segundo, a través de la trascendencia, ser parte de algo más grande que uno mismo, y el último, encontrarle un sentido al dolor. Acá han fallecido más de 1.000 soldados, y las familias tienen una entereza muy fuerte por esta misma razón, porque hay algo más que los sostiene, que sienten que son un eslabón de una larga cadena. Sienten que ese sacrificio tuvo un sentido. Todos estos factores juntos, hacen que cada uno interprete que tiene una buena vida y por eso este ranking. 

¿Sientes que como profesionales de la salud mental también ustedes están desbordados emocionalmente?

Se ve mucho que profesionales de la salud mental están más cansados, algunos agotados y se toman unos días de vacaciones para ir a algún lugar más tranquilo a desconectarse. La gente hace muchas cosas de autocuidado. Por ejemplo, ya que acá en el Hospital recibimos a muchos de los soldados, hemos hecho jornadas y tenemos espacios de contención. 

Para poner un ejemplo, te podría contar que vi a una madre que perdió a su hija asesinada en el festival Nova. ¿Qué le puedes decir que la ayude con ese dolor? Nada, pero solo estando ahí, escuchándola, compartiendo su dolor, eso ya ayuda. Esto genera una carga emocional muy fuerte, entonces uno tiene que ser bastante estable personalmente. Hay que darse espacios para tener un balance, tratar de dormir bien, conversar lo que a uno le pasa escuchando estas cosas, entre otras cosas. Puedo entender que, a pesar de todo el dolor, uno hace algo por el otro y eso me ayuda. 

Roberto ¿Hay suficientes profesionales de salud mental para cubrir la demanda actual?

Actualmente en Israel hay un déficit de 5.000 profesionales de la salud mental. Lo que genera, por ejemplo, que se demore entre tres y seis meses para que una persona logre tener una consulta con un psiquiatra. 

Me imagino que, si las personas no están pudiendo obtener tratamiento rápido, debe haber aumentado el índice de suicidios o autolesiones…

Sí, la tasa de suicido ha aumentado. Algo que me llamó mucho la atención cuando llegué acá, es que la sociedad israelí tiene un gran índice de patologías de salud mental. Las tasas de prevalencias de enfermedades de salud mental son el doble comparado con las de Latinoamérica. Pero, curiosamente pre guerra, las tasas de suicidio eran la mitad. 

“Se han registrado 28 suicidios de soldados desde el inicio de la guerra, el nivel más alto en 13 años”.

¿Cómo se explica eso?

Yo creo que tiene que ver con que la sociedad es muy cohesionada y con mucho apoyo. Si los pacientes no pueden recibir ayuda en sus casas, por ejemplo, son hospitalizados. Acá hay cuatro veces más cantidad de camas psiquiátricas que en América Latina. El nivel de salud mental acá es excelente y existe una gran diversidad de terapias como MDR, psicoterapia a través del movimiento, de la repostería, entre otras disciplinas. 

Por otro lado, el 80% de la población son judíos, y el otro 20% son de otras religiones, entonces como no es una sociedad laica, la fe también los sostiene. Todo esto sumado a la ayuda pública, en donde las personas por más que tengan problemas financieros tienen la tranquilidad de que el bituaj leumí los va a ayudar y no les faltará un hogar ni comida. 

¿Qué rol han tenido los servicios de salud pública y el Estado en el apoyo a la salud mental durante esta crisis?

Ha sido fundamental. 

El Ministerio de Salud aumentó la atención e hizo que fuese más expedito para que la gente pudiera acceder a los servicios de salud mental. También implementó la línea directa, grupos de apoyo, programas especiales del Ministerio de Seguridad, donde se contrataron a más psicólogos y psiquiatras y donde hay programas especiales ahora para formación de psicoterapeutas. Otro gran avance fue que aumentaron los programas para que más profesionales de la salud hagan Aliá. 

Hace poco vimos los videos de Abiatar y Rom. ¿Qué está pasando con las familias de los secuestrados? ¿Cómo se sobrevive psicológicamente a algo así? 

Están en una situación extremadamente difícil. Ellos viven en estrés constante, ni siquiera viven en una etapa de duelo. Obviamente muchos de ellos están con cuadros ansiosos y depresivos. Yo creo que ellos viven en un estado disociado, viven como de manera automática en modo de sobrevivencia y lo único que quieren es que regresen su familiar, entonces no se dan el espacio de bajar los brazos. 

Cuando uno vive en estas situaciones de gran estrés, uno saca fuerzas y está en modo supervivencia. Dan charlas, piden reuniones, mandan cartas, viven en modo automático de funcionamiento. Están en una situación disociada del dolor porque tienen que hacer lo imposible por rescatar a sus familiares. Uno ve que los que fueron secuestrados y ya están libres, e incluso sus mismas familias, se quedan en los grupos de apoyo, porque no pueden empezar sus vidas hasta que no vuelvan los demás. 

Han recibido mucha ayuda y apoyo de los medios de comunicación, de los servicios de salud, el gobierno les ha puesto servicios especiales de apoyo psicológico, ayuda económica, tanto local como de las comunidades internacionales. El apoyo del Estado y de la comunidad, tanto local como internacional, ha sido fundamental.

 ¿Crees que Israel pueda sanar pronto?

Yo creo que esto va a durar décadas. Para que se entienda, las personas que estuvieron expuestas en el atentado de las Torres Gemelas, el 60% de ellos siguen atendiéndose 20 años después. Esto va a ser una pandemia de salud mental permanente. El efecto va a ser duradero. En el largo plazo van a seguir existiendo muchos cuadros ansiosos y depresivos y muchas secuelas. 

“Se estima que 2.25 millones de personas necesitan atención ambulatoria por salud mental (10% con enfermedad mental grave y 1.25 millones con trastornos moderados); la guerra agregará miles más con trauma prolongado”.

“Un estudio antes y después del 7 de octubre encontró que la prevalencia de síntomas de trauma era de 16% en agosto 2023 y aumentó a 30% en noviembre 2023. Los síntomas depresivos pasaron del 24,9% al 42,7%, y los síntomas de ansiedad aumentaron de 31,3% a 44,8%”.

¿Cómo es la recuperación de alguien que fue liberado de cautiverio?

Muy difícil. Hay algunos que son más resilientes que otros, pero yo te digo que la mayoría no ha contado lo que vivieron allá. Y no quieren contar por la situación de los que aún están allá. Acá hay mucho que no se sabe. No todo el mundo quiere hablar de lo que pasaron. Con los profesionales de la salud tal vez un poco más, pero a veces demora mucho tiempo para que puedan hablar. Es tan doloroso que a veces prefieren el silencio. 

Hay algunos que volvieron más repuestos, y otros que sufrieron las aberraciones más horribles que uno puede imaginar. Todo depende del apoyo terapéutico que reciban, del sentido que uno le pueda dar y de lo que sufrieron realmente allá. Abiatar y Rom, son como esqueletos andantes, tienen daños físicos y biológicos por la desnutrición prolongada. No es nada fácil. Uno ve que el estrés post traumático, por ejemplo, en los veteranos de guerra, sigue manifestándose sufriendo pesadillas después de 15 o 20 años de haber estado en combate.

Es difícil saber a priori quién va a poder recuperarse y quién no. Es un trabajo de muy largo plazo. Es probable que un grupo grande de ellos nunca logre recuperarse plenamente. Incluso es posible que, en el futuro, algunos intenten suicidarse y otros, los que logren encontrarle un sentido trascendente a ese sufrimiento, puedan retomar una vida plena. Pero sin duda las cicatrices son imborrables. 

¿Se puede decir que hay un trauma nacional?

Absolutamente. Acá todos están expuestos a esto, en diferentes grados. Pero es algo global.

¿Cómo se reconstruye una rutina a nivel nacional después de esta tragedia?

No vamos a poder hacer una reconstrucción o volver a un estado de normalidad, mientras sigamos en guerra y con nuestros hermanos en cautiverio. Es muy difícil. Por lo menos hasta que vuelvan los secuestrados. 

¿Existe algún mensaje positivo o de esperanza que podamos compartir?

Acá en el hospital hay doctores en formación, residentes, cristianos, musulmanes, judíos, laicos, y mi equipo de trabajo además observa todo tipo de religiones y creencias. Y ¡Nos respetamos los unos a los otros, y se ve que eso es posible! Somos todos de distintos credos, pero somos como hermanos. 

Lo que encuentro más positivo en Israel, es ver cómo se ayuda la gente. Por ejemplo, cómo los soldados que han perdido a compañeros, cómo ellos se integran a las familias de ellos y cómo pasan ellos a ser un miembro más de esa familia en duelo. De alguna manera, ellos ganaron una familia, y la familia ganó un hijo, por así decirlo.