Actualidad, Consejos Sionista de Chile

Vivir en armonía

RABIN, 30 AÑOS LEJOS DE SU ANHELADA PAZ 

Izkhak Rabin Z¨L, fue primer ministro del Estado de Israel, nació en la ciudad de Jerusalem el 1º de marzo de 1922, hijo de integrantes de la Tercera Aliá. Su padre Nehemías llegó a Eretz Israel en 1917 como voluntario de la Legión Judía y fue miembro de Poalei Zión, uno de los partidos políticos antecesores de MAPÁI y más delante de Avodá, mientras que su madre Rosa, hija de un rabino contrario al sionismo, concretó su alía en 1919. 

Después del establecimiento del Estado de Israel y la constitución del Tzahal, inició su carrera militar. 

Rabin siempre sionista estuvo en la Haganá y luego en el Palmaj, y formó parte del cuerpo elite. Después fue designado embajador en Washington, cargo que ocupó hasta 1973 y en el que tuvo activa participación en la promoción de la «cooperación estratégica» con Estados Unidos, que llevó a la masiva ayuda militar estadounidense a Israel. 

En 1975, Rabin concluyó el Acuerdo Interino con Egipto que condujo a la retirada israelí del Canal de Suez a cambio del libre tránsito de la navegación israelí por él. Un resultado de éste fue la firma del primer Memorándum de Entendimiento entre el gobierno de Israel y los Estados Unidos, asegurando el apoyo estadounidense a los intereses israelíes en la escena internacional y una renovada ayuda de ese país.

Más adelante, en 1994 como primer ministro, firma el tratada de paz con Jordania, pese a los atentados terroristas palestinos que luego le vale el Premio Nobel de la Paz.

Por todo, Yitzhak Rabin es y será un mártir por una causa justa, la búsqueda de la paz. Aunque a veces la guerra se le anteponga. 

Rabin era un líder fuera de lo común, pues su discurso estaba dedicado a todos aquellos que creían o creen en una sociedad en la que exista la sensación de la armonía, tal vez no perpetua, pero sí continua. 

El no tenerlo entre nosotros hace ya 30 años ha sido una pérdida enorme para Israel, y aún más, lamentable pérdida para toda la región e incluso para esa contraparte del mundo árabe, que, si bien tiene sectores reacios a la paz, aún también existen grupos e individuos que quisieran hacer parte de una nueva historia. 

Además de la de Rabin, cabe señalar la posición con respecto al conflicto árabe-israelí del autor Amos Oz. La “leyenda de las letras israelí”, en conferencia en la Universidad de Tel Aviv, señaló que “no se puede curar una herida a palos”, proponía que, para solucionar el extenso conflicto, se debía recurrir al dialogo, a la buena comunicación, a la receptividad, al entendimiento. Pero lamentablemente, el extremismo o sectarismo y sus variantes destruyen de forma mezquina cualquier posibilidad de dialogo, de razón y de paz. Todo termina en el mismo lugar, y de nuevo a comenzar de cero.   

Oz dijo en aquel último gran discurso que: “Si Israel no tuviera la fuerza que tiene, ninguno de nosotros estaría aquí”, y con toda razón. Israel nació como un Estado de defensa y se ha mantenido como tal, aunque en momentos determinados, bien lo sabemos, a debido atacar; su arma es la defensa, incluso el ataque como defensa. 

Así que no es la solución que Israel deje de existir como Estado y como nación hebrea, al contrario, para que prevalezca, debe existir la paz, tanto dentro de Israel como en la región en general.  

Y ese es otro aspecto, ¿antes del 7.10.23, existió la paz dentro de Israel? ¿Existe la paz dentro de Israel?, ¿existe la paz entre los judíos? Pues sin respuestas ambiguas, quien asesinó a Rabin y de paso la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz histórico no fue un árabe, ni musulmán. Fue un judío israelí: Yigal Amir representa el odio y extremismo irracional que puede llegar a existir dentro de una posición sesgada, sectaria, fanática. Amir es la muestra del cómo puede “matarse” la posible consecución de la paz. Al igual que el, existen muchos que así no tuviesen intensión de hacer lo mismo, de una forma u otra lo respaldarían y lo acompañarían con furor en un acto tan vil como el de asesinar a una personalidad como Rabin, quien ya hace 30 años no vive a causa de esto. 

Ahora bien, los Acuerdos de Oslo de 1993, buscaban una solución permanente al conflicto. Inclusive, lo que se proponía en estos acuerdos es prácticamente lo que se tiene hoy por hoy, pero sin la anhelada paz. “Jerusalem es la antigua y eterna capital del pueblo judío”, también en materia de soberanía, de seguridad de fronteras y demás aspectos todo se mantendría en posición favorable a Israel. Por su parte, palestina estuvo dispuesta a aceptar la mayor parte de los puntos del acuerdo y así, movimientos como Hamas no habrían tenido la monstruosa expansión letal que desafortunadamente bien conocemos.

“En Tel Aviv fue abatido el primer nacido israelí (sabra) que ocupó el cargo de primer ministro”. Un año antes de ser asesinado, había recibido el premio Nobel de la paz. 

En su niñez vivió el conflicto en carne propia. Entendió desde muy temprano la terrible disputa, muy lejana de cualquier paz. Sabía cómo los asentamientos judíos eran atacados, desmantelados, incendiados y de las matanzas a judíos por parte de árabes. Siempre lo acompañó el sabor amargo de aquel conflicto y de la carencia de la paz. 

Dijo Rabin: “La realidad de nuestro pueblo y de nuestra vida nos urgía a estar siempre a la defensiva”. Después de ser jefe del Estado Mayor del Tzáhal, se convirtió en diplomático y en político, y no en cualquiera… Con el lema de campaña  “Sí a la Paz, no a la Violencia”. 

En la historia del moderno Estado de Israel pocos hombres han sido como Rabin. No por nada el país se vistió de luto en noviembre de 1995; sino que hasta el día de hoy se le recuerda, se le conmemora y se le rinde homenaje a aquel hombre de armas que le apostó fallidamente a la paz. No podemos ignorar que a su funeral asistieron casi todas las personalidades más importantes de la época.  

En sus últimas palabras en ese discurso del 4 de noviembre, al final de una concentración en apoyo de los Acuerdos de Oslo resume su vida y su obra: «Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores».

En tiempos de oscuridad y dejos de guerra, los invitamos este mes para recordar el esperanzador mensaje de uno de los lideres más queridos de Israel, convencidos de que al final de este difícil recorrido nos encontraremos una vez más con la tan anhelada paz.