Una Vida de Hermandad: 40 Años en la Filial Maimónides de B’nai B’rith
Por Luis Schwartzmann Hasson*
Presidente Filial Maimónides B’nai B’rith
Corría el año 1985. Cecilia y yo nos habíamos casado un año antes. Los dos veníamos de un mundo, digamos… no tan judío, con amigos, trabajos y familias judías y no judías, al menos en mi caso. Había ya viajado a Israel, pensando más en la radioterapia en Israel, mi trabajo y pasión, que en la tierra prometida. Pero había vuelto con el bichito del judaísmo metido en los huesos, en la médula de los huesos, donde se forma la sangre.
Queríamos tener más vínculos con judíos, pero no tan judíos, abiertos y progresistas, palabra vilipendiada hoy, y con razón. Recordé un seminario en el hotel Amancay de Reñaca, al que me había llevado mi amigo Danny Szewkis, donde conocí a un personaje que me fascinó: Raúl Bitrán, prohombre, magnético, inteligente, ex secretario general de la Universidad de Chile, junto al rector más famoso quizás desde Andrés Bello, Edgardo Boeninger. (Que me perdonen Domeyko, Valentín Letelier y don Juan Gómez Milla.)
Se alinean los astros. En la maleta de mi auto encontré una revista de una institución de nombre impronunciable, B’nai B’rith, pero la revista era interesante, y el director ejecutivo de la institución de raro nombre era… Raúl Bitrán. Ceci y yo decidimos ir a verlo y ver qué tal era la B’nai B’rith. La dirección estaba en la revista, Lyon 1933. Fuimos una tarde noche y tocamos el timbre: rinnnng rinnng. Se abre la puerta y un señor amablemente nos hace pasar. “Hola, buscamos a Raúl Bitrán, ¿está?” “Sí, está, pase”, me dice. “¿Quién lo busca?”, “Luis Schwartzmann y Cecilia Frenkel” (el burro primero). “¿Y tú cómo te llamas?” “Alejandro”, me dijo él.
Al rato apareció Raúl, se acordaba de mí, ¡cuánto honor! “Lucho, tú eres el que no votó por mí en la universidad”, me dijo. “¿Pa’ qué le habrá contado eso?”, pensé. “Queremos pertenecer a la B’nai B’rith, ¿es posible?” “Claro, pero mira la casualidad: está aquí un médico joven que quiere hacer una nueva logia”. “¿Logia??? ¿Qué diablos será esto?”
Apareció el joven médico, Rodolfo Klein, y nos contó de su proyecto: una nueva logia de gente joven, había que rejuvenecer la B’nai B’rith. Les suena eso, ¿a usted que ya llegó hasta aquí leyendo? Al poco tiempo aparecían los brotes de lo que sería la gran filial Maimónides. Buscar incautos: Dany y su hermano Moishe con la Mimi y Rosita, claro; el Negro Cohen con Elizabeth, claro; Gabriel Pilowsky y Selma Abaud, adentro; Roberto Gurovich y Rosi Camhi también, Felipe Kohen y Marta Frías, Alejandro Felzenstein e Isabel Recher, y por supuesto Rudy Klein y Deborah Shaoul.
Quedamos inscritos en el charter. Dice en letras grandes: B’NAI B’RITH INTERNATIONAL BENEVOLENCE, BROTHERLY LOVE, AND HARMONY. Sí, está en inglés, el lenguaje de Dios decía un jefe mío (si está en inglés, todos creen que es cierto). Que se sepa, se otorgó una carta que en el distrito veinte, los descritos arriba conforman la filial Maimónides con el número 3250. ¡Qué tal! Hasta número tenemos. Tiene sellos dorados, letras góticas y cinco firmas (un vicepresidente no firmó), por eso quizás son siempre dos vicepresidentes. Parece una cosa seria. Lo es.
Crecimos, nos transformamos en lo que somos hoy día: una filial vibrante, grande, con más de 50 miembros. La presidenta de la B’nai B’rith está en nuestra filial, varios ex directores ejecutivos están o estuvieron en la Maimónides, dirigentes comunitarios, hombres y mujeres exitosos, pero sobre todo… GENTE BUENA. Buena gente.
Epílogo: 40 Años de Crecimiento y Hermandad
La Maimónides de B’nai B’rith es importante. Lo ha sido para muchos de nosotros que nos ha marcado la vida, para bien. Hicimos amistades para toda la vida.
En ese momento no lo percibíamos siquiera, pero hoy, 40 años después, nos salta en la cara como una de las cosas más positivas de que formamos parte. Acrecentamos nuestro judaísmo, valoramos más la amistad y el cariño, aprendimos a convivir y no solo vivir, en fin, crecimos como personas y como judíos.
Y lo hicimos en benevolencia, fraternidad y concordia. Pasamos las dificultades propias del crecimiento y adolescencia, tuvimos escisiones que causaron dolor y angustia, pero, quién diría, nos fuimos consolidando, casi sin proponerlo, como una de las filiales más importantes de B’nai B’rith Chile.
Y para nosotros, por supuesto, la más importante del mundo.
Hoy cumplimos 40 años y estamos en todas las instituciones judías, aportando, hinchando, pero sobre todo cultivando nuestro judaísmo. Y apoyando a Israel.

