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Archivo Judío de Chile: La memoria que sobrevive

Por Maureen Civilo, investigadora Archivo Judío de Chile

Desde el descubrimiento de nuestro país hay antecedentes de judíos en Chile, sin embargo, la migración más significativa de judíos a Chile se produjo en la década de 1930, debido a la persecución nazi en Europa. Durante el periodo de 1933 y 1939 arribaron a Chile alrededor de 13.000 judíos desde Europa (Minzer, 2019).  En los años posteriores, muchos países restringieron el ingreso de migrantes judíos a su territorio en gran medida debido al avance global del antisemitismo. Chile no fue la excepción y se declaró neutral en el enfrentamiento de los países del eje y los aliados.

En 1938, con la elección del presidente Pedro Aguirre Cerda se flexibilizaron las normas vigentes para los migrantes, permitiendo el ingreso de refugiados a nuestro país de manera más fluida pero la presión de la prensa y los políticos opositores en detrimento de los judíos provocó un gran debate parlamentario y la creación de una comisión investigadora por las irregularidades que se denunciaban en el proceso de migración. Este informe entregó antecedentes de corrupción durante el ingreso al país de los refugiados que involucraba a distintas personalidades. Por esta y otras razones el Estado determina mantener sus fronteras cerradas a los refugiados judíos desde 1941 a 1945.

Desde la mirada actual, podemos afirmar que las instituciones y gobiernos de numerosos países pudieron haber salvado a miles de personas perseguidas por el nazismo, pero no fue así.

En este escenario convulsionado, destacan las historias de algunos individuos que hicieron mucho más de lo que podían para ayudar a las víctimas del nazismo (Krawczyk y Riquelme, 2019), ejemplo de los esfuerzos individuales que ayudaron a los judíos a sobrevivir son María Edwards McClure y Samuel del Campo son hoy reconocidos como Justos entre las Naciones; Ramón Briones Luco encargado de los intereses polacos en Italia y Armando Marín (Merz, 2012), cónsul en París. El largo camino de los refugiados judíos comenzó mucho antes de cruzar la frontera, esto era solo el inicio, para la mayoría, que escaparon del avance del nazismo sólo con sus vestimentas, su lamentable situación económica al llegar los condicionaba a empezar desde la nada. Por lo demás, una de las exigencias que el Estado establecía para los inmigrantes era no poder ejercer sus profesiones, debían emplearse como mano de obra especialmente en el sur de Chile. En este contexto es importante destacar la gran organización e inmensa ayuda económica o laboral que prestaban la comunidad judía avecindada en años anteriores en Chile fue fundamental (Tapia, Roitman y Riquelme, 2016) y a pesar de las enormes barreras que constituían el clima de antisemitismo, el idioma y cultura los recién llegados lograron construir fuertes lazos con quienes los habían acogido, robusteciendo además a la comunidad judía en Chile.

Aunque los refugiados tuvieron que cargar con sus propias tragedias, el dolor de las pérdidas, la preocupación por quienes no pudieron escapar, la discriminación, segregación y ruina económica; muchos de ellos dicen sentirse agradecidos con Chile por ser el país que los acogió y les permitió seguir viviendo.

Quedan heridas aún por curar, cada persona tiene su propia manera de lidiar con los horrores de la vida, los seres humanos encuentran formas de continuar. Los sobrevivientes del Holocausto encontraron en Chile un segundo hogar donde echaron raíces, tuvieron descendencia y dejaron su legado: contribuyeron al desarrollo de las artes visuales y la música, las ciencias y la medicina, destacaron en política e impulsaron el desarrollo económico y laboral a través de sus talleres que a finales 1938 daban trabajo a 5500 obreros chilenos aproximadamente (Böhm, 1997).

Susan Sontag (2003) establece a la memoria como una acción ética puesto que, aunque dolorosa, es la única relación que podemos establecer con los muertos, sin embargo, rescata el hecho de que la reconciliación y la paz necesitan que la memoria sea defectuosa.

Si la meta es que haya algún espacio en el cual se pueda vivir la propia vida, entonces es deseable que el recuento de las injusticias específicas se disuelva en el reconocimiento más general de que por doquier los seres humanos se hacen cosas terribles los unos a los otros.”

Bibliografía

Böhm, G. (1997). «Judios en Chile»: un informe confidencial de la embajada alemana en Santiago, de junio de 1939. Judaica Latinoamericana estudios histórico-sociales III. 207 – 226. https://bibliotecadigital.uchile.cl/discovery/fulldisplay/alma991004438679703936/56UDC_INST:56UDC_INST

EFE. (29 de enero de 2020). Superviviente del Holocausto residente en Chile: «Los extremistas están cogiendo fuerza». Cooperativa. Recuperado el 20 de enero de 2023 de https://cooperativa.cl/noticias/sociedad/historia/holocausto/superviviente-del-holocausto-residente-en-chile-los-extremistas-estan/2020-01-29/050613.html

Krawczyk, M. y Riquelme, J. (2019). Y los archivos guardaron sus voces. Fragmentos de historias de refugio: polacos, católicos y judíos bajo la protección chilena. (Italia, 1941 – 1943). CRANN Editores.

Merz, G. (Director). (2012). Dancing on a Volcano [Documental]. Federal Street Productions.

Minzer, C. (2019). Exposición del Holocausto. Conocer es necesario [Tesis de pregrado, Pontificia Universidad Católica de Chile]. https://diseno.uc.cl/memorias/pdf/memoria_dno_uc_2019_1_MINZER_POLLAK_C.pdf

Sontag, S. (2003). Ante el dolor de los demás. DEBOLSILLO.

Tapia, A., Roitman, D. y Riquelme, J. (2016). Los fundadores. Filial Pacífico 1235 B’nai B’rith Chile, Distrito 27. CRANN Editores.

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