Cuentas claras… ¡finanzas sin complicaciones!
Hablar de dinero siempre ha sido un tema incómodo. En la mesa familiar, entre amigos o en el colegio, solemos esquivar la conversación. Pero lo cierto es que las finanzas atraviesan cada decisión que tomamos: desde comprarnos un café hasta emprender un negocio.
Francisco Ackerman sabe que la clave no está en fórmulas complicadas, sino en aprender hábitos simples que cualquier persona puede aplicar. Con una mirada cercana, fresca y directa, nos invita a repensar cómo nos relacionamos con el dinero: cómo educar a los más jóvenes, cómo ordenar la economía familiar y, sobre todo, cómo dejar de sentir que el dinero nos controla.
Porque al final, de eso se trata: de tomar las riendas de nuestras finanzas para vivir con más libertad.
Por Daphne Dionizis
Francisco cómo nació la idea de crear el podcast con Peras y Finanzas?
En principio, yo amo los podcasts. En el fondo, cuando empecé con esta revolución personal de salir de mis deudas, de educarme financieramente, fue a través de podcast y de audiolibro. Entonces, apenas pude, se me ocurrió lanzar un podcast. Que no fue ese, fue uno anterior, que se llamaba Aprende Inversión Inmobiliaria, donde hablaba del tema que más sabía en ese minuto, que era inversión y movilidad. Luego, en algún minuto, yo estaba siempre con ganas de mejorar, de crecer, de hacer cosas de manera más profesional, porque mi podcast era súper rudimentario, era hecho, en el fondo todo por mi cuenta, editado por mi cuenta, con un audífono que me habían prestado en la pega y era todo ordinario, pero bueno, era lo que había.
Y me invitan a un podcast llamado Conexión Creativa. Y cuando fui a ese podcast, yo dije ¡wow! ¡Qué bonito esto, una silla buena, un estudio, un fondo de color, micrófono! Y les digo: ¿oigan, esto es de ustedes? Me respondieron que sí, que eran una productora nueva que recién empezaban y querían hacerse conocidos.
Les dije yo soy influencer (en ese tiempo no era tan conocido, pero ya tenía 100.000 seguidores, por eso me habían invitado a mí, de hecho) y tengo ganas de crear algo, algo más profesional, mejor que lo que tengo.
Les ofrecí ser el socio que aporta, en el fondo, ser el host y traer los sponsors.
Y ellos la producción. Y se dieron con un 66% y un 33% yo. Y les gustó la idea, me dijeron que sí y ahí empezamos. Ese fue el origen. Y el nombre se me ocurrió pensando cosas nomás y realicé una votación en mi historia de Instagram.
Si un oyente aplicara solo un consejo de Peras y Finanzas en su vida diaria, ¿cuál debería ser para mejorar realmente sus finanzas?
Mira, es complejo que un solo consejo, yo diría si elijo uno, debería ser enamórate de aprender constantemente, porque lo más probable es que aprendiendo todo lo otro se va dando.
Aprender a ahorrar, aprender a pagar sus deudas de buena manera, aprender a invertir, aprender a elegir entre estafadores y personas normales, todo se aprende.
Entonces, enamórate de aprender constantemente y de escuchar que lo resto se va a ir dando.
Si pudieras volver a tener 18 años, ¿qué decisión financiera cambiarías y cuál repetirías sin dudar?
Es complejo porque tengo un tema familiar y diría que lo más probable es que si volviera a tener 18 aprovecharía más con mi madre. Es una decisión que quizás no sea tan financiera, pero diría que por un lado en el fondo trataría de evitar ser tanto gasto para ella, sino que ayudarla a trabajar. Probablemente me hubiera gustado estar más a su lado, en su trabajo, que era independiente, así que probablemente si hubiera pedido, me habría dejado y ganarme las lucas con ella, no que me regalara todo.
Yo diría que eso me encantaría. ¿Y cuál repetiría? Te diría que repetiría trabajar muy duro, el ser muy, muy fuerte, o no sé si es la palabra fuerte, pero muy trabajólico en un buen sentido. Querer estar y ser un aporte para el resto, un aporte para la empresa.
Según tu experiencia ¿La educación financiera debería ser una asignatura obligatoria en los colegios? ¿Por qué?
Sí, sin duda considero que debería ser una asignatura obligatoria. Básicamente porque todo el mundo, sin excepción (bueno, sí, hay excepciones en casos extremos) tiene que manejar sus finanzas de una u otra manera. El 99,9% de la sociedad debe hacerlo.
No importa si no te gustan, no importa si dices que no eres de eso, da lo mismo. Si eres artista, tienes que vender tu arte, tienes que saber comerciar, tienes que saber manejar, tienes que saber pagar tus cuentas. En el fondo siempre están las finanzas personales. Si uno dice, “no, es que el amor”, “es que mi familia”, bueno, tu familia no es feliz si tú estás en la calle sin poder tener un techo, te tienen que mantener, te tienen que ayudar, te terminas convirtiendo en una carga. Entonces, siempre las finanzas personales están ahí. Debiese ser una asignatura, porque no puede ser que uno salga y se endeude antes de que entienda qué es la deuda. No me hace sentido que les pasen tarjetas a jóvenes en la universidad sin saber cómo ocuparla, entonces tiene que ser un ramo obligatorio y tener conciencia financiera.
Creo que ayudaría a todo el mundo, incluso haría que la gente en vez de alegar tanto en su vida, se dé cuenta que quizás es más un tema de desorden que simplemente injusticia muchas veces.
¿Conoces algún modelo educativo (en Chile o en otros países) que lo esté haciendo bien en este ámbito?
Yo entiendo que, dentro del modelo finlandés, de hecho tiene como el Finance Finland, están enseñando activamente a niños creo que entre los 10 y los 16 años. También hay activaciones que son donde les enseñan a hacer negocios desde niños, básicamente muy contrario a lo que uno ve en Chile, donde muchas veces hasta nos enseñan que es malo ser empresario. Imagínate, en Chile se demoniza al que quiere crear empleo y en Finlandia se promueve. Por lo tanto, obviamente como todo en la vida, hay más beneficios sociales, obvio, si la gente pone donde debe, en el fondo, en el respeto a la gente que crea.
¿Desde qué edad recomiendas enseñar a los niños a ahorrar? ¿Es mejor enseñarles a ahorrar en una alcancía, en una cuenta bancaria o ya en productos digitales?
Yo diría que siempre se puede empezar desde muy pequeños. Incluso a los cuatro años ya tienen la capacidad de comprender ciertas nociones básicas.
Sin embargo, lo que normalmente he visto es que entre los 8 y los 10 años se logra una mayor comprensión y receptividad para estos temas.
Es una etapa muy interesante para comenzar a hablarles de la importancia del ahorro, compartir con ellos algunos libros de educación financiera infantil, y mostrarles que no se trata solo de guardar dinero, sino también de aprender a invertir.
Un ejemplo que me pareció extraordinario es el de una persona que daba a sus hijos una pequeña mesada con dos condiciones. La primera: podrían aumentarla si realizaban tareas adicionales en la casa, reforzando así la idea de que el dinero no es un regalo automático, sino que se gana con esfuerzo. La segunda: una vez al mes, o cada tres meses, los llevaba al supermercado y les decía que podían gastar sus ahorros en lo que quisieran. Pero lo interesante era que, si no gastaban todo, el monto ahorrado se duplicaba como recompensa. De esta manera, aprendían en la práctica que quienes gastan de inmediato suelen conformarse con cosas más pequeñas, mientras que quienes ahorran con paciencia logran mayores beneficios.
Si el dinero pudiera hablar, ¿qué crees que le diría a una familia chilena promedio?
Si el dinero pudiera hablar, esta es siempre una pregunta súper compleja, que tiene muchas aristas. El tema es complejo porque no existe realmente una “familia promedio”. Muchas han llegado a cierto nivel a punta de esfuerzo: primeros profesionales de la familia, créditos para estudiar, poco acceso a educación financiera. En esos casos, no es que se gasten todo en cafecitos o lujos, sino que arrastran compromisos fuertes. Sin embargo, vivimos en una sociedad que nos empuja al consumo inmediato: ahorrar suele ser visto como ser “amarrete”, cuando en realidad el ahorro es lo que permite crecer, proyectarse y sostener el futuro. Debería ser la práctica más formidable que existe, la que hace que los países se fortalezcan y crezcan, el ahorro siempre ha sido muy positivo.
Creo que el dinero diría: “vamos tú puedes, sigue así”, “sigue aprendiendo”, “sigue creciendo”, “úsame bien, no caigas en la tentación”.
Hay otro grupo, donde mucha gente siente que está estancada, pero no hace el autoanálisis de dónde se le va la plata. Y sí, muchas veces se diluye en pequeñas compras: ropa barata en aplicaciones, cosas de baja calidad que solo entregan satisfacción momentánea. Ese mismo patrón se refleja en nuestra alimentación: Chile es uno de los países más obesos de Latinoamérica, no por falta de recursos, sino porque gastamos mal. Compramos bebidas azucaradas más caras que el agua potable, aun teniendo el privilegio —casi único en la Región— de tener agua de la llave en gran parte del país.
En resumen, ahorrar no es castigarse: es elegir mejor, dejar de gastar en lo que no suma, y entender que cada decisión de consumo, por mínima que parezca, marca la diferencia.
¿Qué tres pasos básicos recomendarías a una familia que siente que “el dinero no alcanza”?
- Haz un presupuesto.
Es el primer paso, el primerísimo. El presupuesto es como ir al doctor: antes de pedir una receta necesitas un diagnóstico. Te muestra tu situación real y revela en qué se te está yendo la plata. Yo, por ejemplo, descubrí que gastaba casi 200 mil pesos al mes solo en café. Dos Starbucks al día: 10 lucas diarias en algo que podría haber tenido gratis en la oficina. Y no soy el único: Starbucks tiene el 50% del mercado de cafeterías en Chile, aunque sea de los más caros. El presupuesto te hace abrir los ojos. - Define un plan de acción: ahorrar o ganar más.
Cuando tienes claro dónde se va el dinero, hay dos caminos: reducir gastos o aumentar ingresos. Lo ideal es combinar ambos, pero la reducción suele ser lo más rápido. Si ya estás en el mínimo y no alcanza, toca lo más duro: ganar más. Y ojo, ganar más no pasa de la noche a la mañana. Al inicio significa trabajar más horas, aceptar turnos los fines de semana o estudiar nuevas habilidades para que tu tiempo valga más en el futuro. Solo después de crecer profesionalmente podrás trabajar menos y ganar más. Mientras tanto, reducir gastos te da una satisfacción inmediata: la sensación de control. Si solo te enfocas en ganar más sin ajustar gastos, caes en un círculo vicioso: a mayor ingreso, mayor gasto, y nunca es suficiente. Por eso es clave también definir tu “suficiente”. - Evalúa y ajusta cada mes.
Al final de cada mes revisa tu presupuesto y mide los resultados: ¿ahorraste algo? ¿Redujiste gastos? ¿Ganaste ingresos extra? Celebra incluso los pequeños logros: gastar 50 mil menos o ganar 100 mil más trabajando un par de fines de semana. La constancia es lo que hace la diferencia.
¿Qué herramientas prácticas recomendarías para que un joven empiece a manejar sus finanzas personales?
Hacerse amigo del Excel —o, si no, de un cuaderno— es fundamental. Suena majadero, pero no hay recetas mágicas: hay que hacer un presupuesto. Ese es el paso base.
Hay otro paso práctico que a mí me sirvió mucho, porque ahí uno dice ya, pero ¿dónde aprendo? Hay que aprender a descubrir qué te motiva para aprender, es difícil. En mi caso, descubrí que lo que más me funcionaba eran los podcasts y los audiolibros. Yo era de esos que siempre decía “no tengo tiempo”, pero empecé a aprovechar los momentos muertos: mientras manejaba, en vez de música, un audiolibro; mientras caminaba, un podcast. Y poco a poco fui absorbiendo conocimientos que antes nunca me había dado el tiempo de buscar.
Cada persona tiene que encontrar el formato que más le sirva: libros, charlas, videos de YouTube, lo que sea que te enganche y te inspire. Lo importante es tener esa dosis diaria de motivación, porque en este camino necesitas apoyo. Y claro, no vas a tener un “personal trainer financiero” que te llame todos los días para recordarte que ahorres. Pero sí puedes generar esa motivación externa con contenidos que te impulsen a mantener el hábito y recordarte por qué empezaste.
¿Qué rol juega la educación financiera en el éxito o fracaso de un emprendimiento?
Totalmente, muchísimo. Si uno se fija, muchas pymes mueren por distintos factores, pero uno de los más importantes es la falta de caja. ¿Y por qué pasa eso? Generalmente por desorden, por poca planificación y por vivir al día. Y una empresa no puede vivir al día.
Cuando una empresa no logra sostener su flujo de caja, simplemente fracasa. Y ahí se entiende también por qué pasa lo mismo con las familias: la parte económica es clave. Una familia que vive al límite no tiene cómo enfrentar una emergencia. Y en una empresa, esa emergencia suele ser aún más grave: si en tu casa no pagas, quizás te haces el loco un mes, pero si en tu empresa no puedes pagar un sueldo, tienes un problema serio, incluso legal.
Por eso la planificación es vital. La educación financiera se vuelve indispensable para entender que no todo ingreso extra significa que eres un “seco”, sino que quizás simplemente te fue bien este mes, pero el próximo no. La clave es prever, guardar y no gastarlo todo. Y, como bien dicen, nunca es tarde para aprender.
Dicen que nunca es tarde para aprender… ¿Qué recomiendas para que un adulto aprenda sobre educación financiera?
Primero que nada: nunca es tarde. Pero hay que ser sinceros: mientras más tarde empieces, más difícil será. Es como si alguien de 50 años me dijera que quiere ser campeón mundial de fútbol: no va a jugar la Champions League, porque hay cosas que ya no se pueden.
Con las finanzas pasa algo parecido. El tiempo es un factor clave, sobre todo en la inversión. Una persona que empieza tarde no puede adelantar el tiempo, entonces probablemente tendrá que asumir más riesgos, esforzarse en generar ingresos adicionales, emprender o buscar maneras distintas de hacer crecer su dinero.
Ahora bien, eso no significa que no valga la pena. Todo lo contrario. Conozco personas de más de 60 años que, gracias a la educación financiera, empezaron a ordenar sus gastos, a ahorrar incluso con su jubilación, y se sienten mucho más tranquilos. Además, transmiten ese aprendizaje a sus nietos. Siempre es bueno educarse financieramente. Pero cuanto antes empieces, más lejos vas a llegar.
¿Qué cambios veremos en la forma en que las próximas generaciones administrarán su dinero?
¿Qué cambios veremos? Depende de si la gente realmente se motiva con la educación financiera. Lo lógico sería esperar generaciones un poquito más prósperas.
Hoy se habla mucho de angustia y comparación: personas que sienten que no son iguales a sus padres, que a los 30 ya tenían casa, mascota e hijos, mientras ellos no tienen nada. Y sí, en parte es cierto que vivimos en un mundo distinto: el acceso a la vivienda y a muchos bienes básicos es más caro que antes, y eso hay que reconocerlo.
Pero también los jóvenes suelen olvidar la otra parte. Dicen: “a mi papá le costó menos la casa”, y es cierto. Pero también es verdad que tu papá no salía a comer a restaurantes todas las semanas. En mi caso, ir a un restaurante era un lujo, una ocasión especial, quizás una vez al mes. Hoy veo a jóvenes yendo dos veces a la semana. Lo mismo con las compras y los regalos: que te lleguen cosas a la casa todo el tiempo es un invento del siglo XXI. Antes uno llegaba con hambre y se comía el pan con jamón que había, punto. Hoy muchos prefieren gastar 15 lucas en una hamburguesa que llegue a la puerta.
Entonces, aunque es verdad que hay una sensación de desesperanza porque algunas cosas son más difíciles, también existe un exceso de gasto en cosas innecesarias. Nuestros padres tenían un foco mucho más claro: trabajo, casa, hijos. Carretes había, sí, pero eran esporádicos.
Creo que todos soñamos con una vejez con estable económicamente. ¿Qué nos aconsejas para lograrlo?
Creo que todos soñamos con llegar a la vejez con estabilidad económica. Y, aunque suene complejo, en realidad es simple: entre más joven empieces, mejor.
Hoy existen instrumentos muy básicos. En Chile, por ejemplo, el APV (Ahorro Previsional Voluntario) es espectacular porque tiene un beneficio estatal: el Estado te regala plata o te reduce impuestos. Si uno comienza desde joven, incluso con montos muy bajos, su jubilación ya está encaminada.
Yo, por ejemplo, ya no me preocupo por mi jubilación, porque todos los meses ahorro un monto pequeño. No es necesario volverse loco ahorrando. En cambio, si recién me empiezo a preocupar a los 50, la cosa se pone cuesta arriba: ya no hay tanto tiempo para el interés compuesto, y el esfuerzo será 10 veces mayor. Y claro, a esa edad probablemente no ganas 10 veces más, entonces se hace difícil.
Por eso es tan importante partir temprano, aunque sea con instrumentos básicos. A mí me encanta, además, la inversión inmobiliaria. Tengo algunas propiedades que estarán pagadas cuando sea mayor, y si no, siempre puedo vender y tener capital. Incluso dejándolas tal cual, a los 65 ya tendría varias generando renta suficiente para cubrir mis gastos.
Ahora, entiendo que la inversión inmobiliaria no es para todos, y puede ser difícil. Maneras de invertir para el futuro existen, como el APV, que son accesibles para cualquiera. Y ojo: mucha gente le tiene miedo porque piensa que está ligado a las AFP, pero no es así. Sí, las AFP ofrecen APV, pero también lo ofrecen bancos, compañías de seguros y otras instituciones. No tiene nada que ver directamente con la AFP.






