Aún en tiempos difíciles, llevamos nuestro judaísmo con orgullo
Casi son 2 años de la masacre que la organización terrorista Hamás realizó al atacar el sur de Israel, asesinando a más de 1.200 personas sin importar edad, género ni religión; y secuestrando a más de 250. Desde ese entonces las definiciones “judío”, “sionista” e “Israel” pasaron a ser como nunca objeto de tergiversaciones y distorsiones que provienen tanto de la ignorancia como de intenciones maliciosas, alimentadas por un antisemitismo desbordado que incluso desborda en redes sociales y en todo el mundo.
Adicional y lamentablemente, a la fecha varios países se han unido al absurdo de naciones que han reconocido o van a reconocer la inexistente “Palestina”, una forma más de reforzar al terrorismo de Hamás e intentar aislar a Israel.
En los “supuestos territorios de Palestina” no viven solamente palestinos, habitan aproximadamente 800.000 judíos en los 160 asentamientos. Estos dos territorios, que la comunidad internacional sigue llamando Cisjordania, son y serán siempre Judea y Samaria para el pueblo judío, mientras que Jerusalem es la Tierra Santa y la Ciudad Santa, el lugar donde se encuentra el Templo Sagrado, el corazón del judaísmo.
Volvamos a nuestra historia:
El judaísmo representa la religión de un pueblo milenario que se remonta a más de 3.500 años, cuando Moisés liberó a los hebreos de la esclavitud en Egipto y los condujo a la Tierra Prometida, la tierra de Israel.
A lo largo de los siglos, este pueblo ha desarrollado una religión, una cultura, una historia, un idioma y un apego a su tierra. Aunque enfrentaron numerosos desafíos y exilios, incluyendo una expulsión a Babilonia y un segundo exilio tras la destrucción del Templo en Jerusalem por los romanos en el año 70 d.C., la conexión de los judíos con su tierra ancestral, Israel, nunca se ha extinguido.
A pesar de los exilios a lo largo de los años, los judíos siempre han estado presentes en la región, mientras que nunca hubo un gobierno o estado palestino en esa tierra. El sionismo es un ejemplo de un movimiento social y político diligente, perseverante y exitoso, que surgió como un movimiento nacional destinado a hacer realidad el derecho del pueblo judío a la autodeterminación en su tierra ancestral y que, en 1948, logró el restablecimiento del estado judío independiente, el Estado de Israel, reconocido por la comunidad internacional.
El derecho de los judíos a su tierra fue reconocido formalmente en el derecho internacional por la Liga de las Naciones a través del Mandato Británico sobre Palestina, que hasta la 1ra Guerra Mundial era una provincia del Imperio Otomano.
El movimiento sionista siempre estuvo dispuesto a compromisos territoriales para lograr una convivencia pacífica.
David Ben Gurión, quien sería el primer ministro de Israel, aceptó y celebró la resolución de partición de la ONU de 1947, que establecía la creación de dos Estados en el territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Tras dos mil años de exilio, el pueblo judío recuperaba su independencia en su tierra ancestral. Sin embargo, la respuesta árabe fue declarar la guerra al nuevo Estado el mismo día de su nacimiento, y así, por años, los líderes árabes y palestinos han rechazado consistentemente todas las ofertas de paz basadas en compromisos territoriales.
Esta negativa, acompañada de terrorismo y violencia, es la causa principal del por qué el conflicto palestino-israelí aún no haya alcanzado una paz definitiva, y así parecería que el mundo entero está dejando nuevamente a los judíos, solos, enfrentándose al mal y sus ideas.
Palestina solamente existe para una parte de la comunidad internacional que la reconoce como tal, pero ni existe como estado, ni cuenta con un ejército ni una administración que pueden ser consideradas como tal; y mucho menos con unas fronteras reconocidas internacionalmente. Hamás y la ANP llevan en guerra desde hace muchos años, más concretamente con el partido Fatah, y su rivalidad política degeneró en una mini guerra civil, en el 2008, en la que se impuso el grupo islamista radical.
Todas las tentativas por lograr un acuerdo entre Hamás y la ANP, (muchas de ellas auspiciadas por países árabes amigos de los palestinos), han resultado infructuosas. En el año 2005, el primer ministro israelí de entonces, Ariel Sharon Z¨L, deshizo las 21 colonias judías en Gaza, retiró todas las tropas en la franja y desconectó a Israel con ese territorio. El resultado? Gaza se convirtió en la mayor base terrorista de la región, con el apoyo de Irán, y Hamás preparó a conciencia con tiempo, paciencia, hombres y armas el mayor ataque contra Israel, concretamente contra civiles indefensos.
Los acontecimientos del 7 de octubre demostraron que “el establecimiento de un estado palestino representaría una amenaza existencial para Israel y socavaría la estabilidad regional”.
Además, es bien sabido que Hamás no reconoce la existencia de Israel y sueña en construir una patria habitada solamente por “palestinos”.
Pero, y a pesar de episodios oscuros a lo largo de la historia, el pueblo judío ha perdurado. Nos hemos enfrentado a los babilonios, el dominio de los romanos, la Inquisición, los pogromos en Europa y el horror de la Alemania nazi.
Esta guerra ha puesto en evidencia la presencia de millones de personas que desean hacernos daño y eliminarnos, como ha sucedido a través del tiempo. Sin embargo, en estos tiempos complicados, el orgullo por nuestro judaísmo, por el Estado de Israel y su valiente ejército se eleva. Mientras lamentamos a los caídos y anhelamos el regreso de los secuestrados, el pueblo judío alrededor del mundo muestra su determinación inquebrantable.
Hoy, más que nunca, ¡gritamos con convicción iAm Israel Jai! En la oscuridad más profunda, encontramos la resiliencia y fortaleza para prevalecer. Israel vive y nuestro espíritu judío brilla con una determinación que desafía el odio y la intolerancia.
Deseamos que este nuevo año traiga la tan anhelada paz y esperanza renovada para todos nosotros. A pesar de los desafíos en el camino, que recibamos el año unidos.
Shanah Tovah Humetukah!!