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Jóvenes que prometen

Dos ex alumnos del Maimonides School entre los 30 talentos jóvenes más prometedores de Chile, según la revista Forbes

Daniel Sateler y Max Mardones fueron reconocidos por Forbes en su primera edición latinoamericana del ranking 30 Under 30, en la categoría de tecnología e innovación. Son los fundadores de SmartUp, una startup que automatiza procesos de pedidos mediante inteligencia artificial. Conversamos con ellos para conocer la historia detrás del proyecto, su visión del futuro y el rol que jugaron la comunidad y sus valores.

 

Por: Gabriel Koenig

 

El pasado 7 de julio la reconocida revista Forbes —especializada en el mundo de los negocios y las finanzas— publicó la edición 2025 de su lista 30 Under 30 Latinoamérica, que por primera vez destacó a jóvenes innovadores de la región en distintas categorías. Daniel Sateler y Max Mardones, ambos de 24 años y ex alumnos del Maimonides School, fueron incluidos en esta lista en la categoría de tecnología e innovación por su trabajo al frente de SmartUp, la startup que fundaron en 2023.

 

A través del desarrollo de agentes de inteligencia artificial, SmartUp logra automatizar procesos complejos de toma de pedidos. 

 

Gracias a su tecnología, las órdenes que antes requerían revisión manual ahora se interpretan y registran en segundos y de manera automática, sin intervención humana.

 

Actualmente, la empresa cuenta con un equipo de 20 personas y más de 20 clientes activos, entre los cuales destaca UniPro Foodservice, el mayor distribuidor de alimentos de Estados Unidos. Además, han logrado captar la atención de inversionistas internacionales como Chris Klaus, empresario estadounidense reconocido a nivel mundial por sus logros en las áreas de desarrollo tecnológico y ciberseguridad.

 

Sin embargo, más allá del desarrollo tecnológico y del crecimiento empresarial, la historia de Daniel y Max es también la de dos jóvenes que encontraron en la IA (inteligencia artificial) una herramienta para construir algo propio. Unidos por su formación en la comunidad judía y un espíritu de innovación constante, ambos decidieron apostar por un camino no tradicional al dejar sus estudios para emprender.

 

De compañeros a cofundadores: Así nació SmartUp

 

La historia de SmartUp no comenzó formalmente en marzo de 2023, cuando fue constituida. Según sus fundadores, su origen se remonta al año 2020, justo cuando ambos ingresaban a estudiar Ingeniería Civil en la Universidad Adolfo Ibáñez.

 

“Si bien definimos como fecha fundacional el 14 de marzo de 2023, yo te diría que SmartUp parte el 2020, el día que se decreta la cuarentena (…), entramos a la misma universidad, a la misma carrera, y nuestro primer día de clases fue el primer día de cuarentena. Fue como un adelanto a estos nuevos tiempos revolucionarios. Como que entramos a la universidad y al tiro nos dijeron: esto va a ser distinto para ustedes de lo que ha sido para toda la gente que ha estudiado en la vida”, comenta Max.

 

Durante esos primeros años académicos, Daniel ya comenzaba a experimentar con tecnologías emergentes. “Yo estaba con otra startup que había creado, y por el lado, estaba jugando con los modelos de OpenAI. Era beta tester, lo usaba bastante”, cuenta. (Ser “beta tester” significa tener acceso anticipado a nuevas tecnologías, generalmente aún en fase de prueba, para evaluar su funcionamiento y rendimiento).

 

Esa curiosidad se transformó en decisión con la llegada de GPT-4, un nuevo modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI (empresa estadounidense de investigación y despliegue de inteligencia artificial, la cual está detrás del reconocido modelo ChatGPT). 

 

“Cuando sale GPT-4, ahí es donde nos encontramos con Max para hacer esto más de lleno”.

 

Pero la decisión de emprender no surgió de un momento a otro. Según Max, fue un proceso que se venía gestando desde hace tiempo: “Ya veníamos en este caldo de cultivo, en donde había mucha más facilidad y menor resistencia a hacer cosas más locas, como lo que fue la decisión posterior de salirse de la universidad. Como que empezó este desencanto con el sistema y con las cosas como estaban en ese momento, y eso desencadenó en que, posteriormente, el día que sale GPT-4, quisiéramos ya tomar la decisión, nos dimos cuenta de que había un poder impresionante en la IA todavía muy poco explorado, pero esa semilla inicial fue lo que nos llamó a dedicarnos con todo a esto”.

 

El interés por la tecnología, sin embargo, venía desde antes de la universidad. “Yo en el colegio también estaba muy metido en estos temas, me acuerdo de tener conversaciones en el Maimónides sobre AGI (Inteligencia Artificial General), lo pensaba como algo muy lejano, como algo que iba a hacer cuando sea muy grande, entonces desde ahí lo estoy pensando un poco, y ahora llegó más rápido de lo que me imaginaba”, recuerda Daniel.

 

Por su parte, Max comenta que ese entusiasmo los unía desde que eran adolescentes: “Desde que empezamos a interactuar con tecnología, los dos éramos los ‘computines’ de nuestros colegios, yo por el lado del Maimónides, el Sateler por el lado del Instituto Hebreo. Y cuando Sateler se viene al Maimónides en segundo o tercero medio, se hizo un poco esa fusión”.

 

Agentes inteligentes al servicio de las empresas

 

En SmartUp crean sistemas de inteligencia artificial que ayudan a las empresas a trabajar de forma más rápida, eficiente y automatizada.

 

En lugar de depender de personas para tareas repetitivas, como recibir pedidos o revisar llamadas de clientes, SmartUp desarrolla “agentes”, es decir, programas inteligentes capaces de hacer esas tareas por sí mismos.

 

“Lo que hacemos nosotros, en resumen, es aplicar agentes de inteligencia artificial para mejorar, optimizar y automatizar los flujos de negocio”, explica Max Mardones.

 

Actualmente, la empresa tiene dos líneas principales de trabajo. Una está enfocada en empresas mayoristas y busca automatizar la recepción de pedidos que antes se hacían por teléfono, correo o WhatsApp, muchas veces en archivos como Excel o PDF. “Viene a reemplazar un poco la pega de los vendedores… y lograr poner esa orden en el sistema de la empresa”, explica Max. La otra línea está pensada para compañías que manejan centros de atención al cliente, como bancos o aseguradoras, y analiza miles de horas de llamadas usando inteligencia artificial. “Nosotros escuchamos toda la muestra con agentes de inteligencia artificial y medimos cosas subjetivas, para que las empresas puedan mejorar sus estrategias comerciales”, agrega.

 

Daniel lo resume así: “Todo SmartUp está lleno de agentes. Ponemos agentes en los procesos de las empresas, pero también en nuestros propios procesos internos. Entonces todas nuestras páginas están llenas de agentes, todas nuestras plataformas”.

 

En SmartUp tienen una meta clara a corto plazo: convertir su producto principal en el mejor del mercado en automatización de pedidos con inteligencia artificial. “Queremos automatizar al 100% la creación y venta de este producto (…) porque cualquier proceso empresarial es automatizable, y si logramos automatizar la automatización, podemos crear empresas mucho más flexibles y capaces de resolver cualquier problema”, explica Max.

 

Para lograrlo, están incorporando agentes de inteligencia artificial en todos los procesos internos de la empresa, algo que llaman “agencializar”. Daniel comenta: “Nuestro objetivo es agencializar la empresa, y a medida que avanzamos, vendemos esos servicios para seguir creciendo”.

 

Lejos de limitar su trabajo, esta automatización les abre más caminos y posibilidades. “No hay menos cosas que hacer, sino más”, dice Daniel, quien ve este proceso como el inicio de un cambio profundo hacia una “época de abundancia” y nuevas formas de organización empresarial.

 

Una anécdota ilustra hasta dónde puede llegar esta tecnología. Daniel recuerda cuando, aún en los inicios de SmartUp, crearon un “agente administrador” que fue capaz de revisarse a sí mismo y mejorar su propio desempeño. “Le dijimos que se duplicara a sí mismo y se dé más funcionalidades. Lo probamos y funcionó. Podía revisar los agentes, cambiarles las instrucciones, probar si el cambio funcionó o no… y cuando vimos que el agente en verdad entendió lo que queríamos hacer y tomó acción real en lo que es SmartUp, cambió toda nuestra percepción, ahí dijimos: SmartUp puede ser dirigido por agentes”.

 

¿Qué impacto creen que buscan generar en lo que hacen?

 

“Tenemos dos maneras de medirlo. Uno es el impacto un poco más cuantificable, donde lo que buscamos es reducir costos y mejorar servicios. Después está el impacto un poquito más filosófico, social a largo plazo, y es que nosotros creemos mucho en la abundancia. Nosotros sabemos que al optimizar costos de una manera tan fuerte, lo que se logra es que los precios de los servicios bajen, los precios de la energía bajen y, por lo tanto, todo se haga mucho más accesible. Creemos en un futuro en donde la IA nos va a poder llevar a esta época de economía post-laboral —una economía futura en la que gran parte del trabajo humano es realizado por máquinas, permitiendo a las personas enfocarse en actividades no laborales—, esta abundancia, y queremos ser catalizadores de cómo esa energía se materializa en el mundo de hoy”, comenta Max.

 

El significado de haber sido incluidos en la lista 30 under 30 de Forbes

 

Para Max, lo más significativo del reconocimiento de Forbes es justamente haber sido destacados antes de cumplir 30 años. “Para mí, la significancia más grande tiene que ver con el ‘under 30’. Creo que en Chile especialmente existe esta cultura de que, para que te vaya bien, necesitas experiencia, haber trabajado en lugares grandes antes de emprender, y nosotros nunca creímos en eso”.

 

Desde su perspectiva, herramientas como ChatGPT les permitieron acceder a conocimientos y capacidades que antes solo se adquirían con años de carrera. “Ahí teníamos toda la experiencia del mundo. Entonces decidimos saltar a emprender. Este reconocimiento demuestra que no se necesita todo ese currículum tradicional para ser tomado en serio”.

 

Max espera que este tipo de visibilidad motive a más jóvenes a atreverse: “Ojalá esto incite a más gente joven a tomar un camino parecido. No te digo que esto ya es el éxito, pero sí demuestra que se puede avanzar sin cumplir con todos los requisitos que antes parecían obligatorios”.

 

Además del simbolismo, el reconocimiento ya tuvo efectos concretos. “Después de esto me han contactado inversionistas porque me vieron en Forbes, me han contactado clientes… abrió cosas bien interesantes. También ayuda a generar redes. Por ejemplo, poner el sello de ‘30 Under 30’ en mi LinkedIn abre puertas y genera confianza”, explica.

 

Daniel coincide, y cuenta que incluso dentro del propio equipo de SmartUp el efecto se notó. “Siento que internamente también debe haber afectado en algún grado, como que se tome un poco más en serio. Fue bastante loco”.

 

El legado educativo y comunitario que sostiene su visión

 

La formación educativa y personal de Max y Daniel ha sido fundamental para llegar a donde están hoy con SmartUp. 

 

No solo les entregó conocimientos, sino también una forma de pensar y de enfrentar los desafíos, que han aplicado en cada paso de su emprendimiento. 

 

Para Max, su paso por el Maimonides School influyó fuertemente en su manera de pensar. “Aunque la educación era muy religiosa, también nos enseñaba a cuestionar todo constantemente. En las clases de Guemará, por ejemplo, aprendíamos a analizar y desafiar los textos, y esa lógica la aplico mucho hoy en la inteligencia artificial, que es un terreno nuevo y sin caminos claros”, explica.

 

Por su parte, Daniel destaca la libertad creativa que encontró en la tnuá: “Yo siento que en Tzeirei sí tuve una oportunidad muy buena para ser libre de crear, y creo que tener un espacio para crear fue fundamental para poder hacer lo que estoy haciendo ahora en SmartUp. Como que en varios aspectos intento replicar ese sentimiento de tener libertad para crear, y que en SmartUp también siento que se ha dado y eso es lo que ha permitido que podamos crecer”.

 

Además, el apoyo de la comunidad judía ha sido un pilar fundamental para el desarrollo de SmartUp. Max recuerda: “No hubiese sido posible el crecimiento de SmartUp sin el apoyo de la comunidad. JBIZ fue un aporte enorme. Desde el primer día, sin buscar vender nada, muchos dueños de empresas de la comunidad nos abrieron la puerta, aunque solo fuera para una reunión. Eso es súper importante y destacable”.

 

También hace hincapié en el hecho de tener un equipo fundador unido por algo más allá del negocio: “Los founders que se han unido desde que empezamos — Daniel Goldfarb, Alan Tchimino y Alan Ben-dov — también forman parte de esta conexión. Tener un equipo fundador judío significa que compartimos algo mucho más profundo que la empresa, y eso nos une de una forma muy especial”.

 

¿Qué consejo le darían a una persona joven que tiene una idea pero que no se atreve a dar ese primer paso?

 

Para Max y Daniel, la clave para quienes tienen una idea pero aún no se atreven a lanzarse está en actuar rápido y aprovechar las herramientas que hoy están a su alcance.

 

Daniel lo resume con simpleza: “Que hable con ChatGPT y que la desarrolle rápidamente”. Max añade que hoy en día, “la idea es lo que menos importa. Literalmente podrías tener a ChatGPT generando cientos de miles de ideas por día”. 

 

Más que obsesionarse con la idea perfecta, el verdadero valor está en la ejecución, la constancia y la disciplina diaria.

 

“Teniendo este apoyo de la inteligencia artificial detrás, es la mejor época del mundo para emprender”, dice Max, y agrega que incluso si el camino no es emprender, esta tecnología puede ayudar a descubrir cuál es el próximo paso, porque “los caminos que se consideraban normales ahora están completamente de cabeza”.

 

Daniel comparte también su experiencia personal: antes de SmartUp tuvo otro emprendimiento pequeño que asegura no tenía un modelo de negocios viable. “Pero era lo suficientemente divertida como para yo creerme el cuento. Y si me creía el cuento, podía empezar a desarrollar muchas cosas”. Reconoce que el primer intento casi nunca funciona, pero ese proceso le permitió aprender, conseguir un cofundador y ganar la confianza necesaria para dar el siguiente paso. “Después, con SmartUp, tenía un modelo más factible, pero seguro esto tampoco será la forma final. Siempre se puede seguir, y de eso se trata”.