SHALOM

Dar, un acto de conexión

Maaser: ¿impuesto divino o inversión espiritual?

Hay decisiones pequeñas que, sin darnos cuenta, definen quiénes somos. Separar una parte de lo que ganamos para dar a otro —sin esperar nada a cambio, sin aplausos ni likes— es una de ellas.

En el judaísmo, esa práctica tiene nombre: Maaser. Diez por ciento de las ganancias. No parece mucho. Pero guarda en sí una de las ideas más profundas de nuestra tradición: que lo que tenemos no nos pertenece del todo, y que dar no es un acto de pérdida, sino de conexión.

Dar maaser es confiar. Es decirle al mundo —y a uno mismo— que hay algo más grande que el miedo a no tener suficiente. Es recordarnos que incluso en lo individual, no estamos solos. Y que en una cultura que muchas veces empuja al “acumular”, el judaísmo nos susurra una verdad diferente: lo que das, también te construye.  Es una forma de educar el corazón, de reconocer que todo lo que poseemos es, en última instancia, un préstamo. Y que, al compartir, no solo ayudamos a otros a vivir mejor, sino que nos elevamos a nosotros mismos.

Conversamos con el Rabino Pato Lejderman, quien nos explica todo acerca de esta hermosa mitzvá, y con Yael Schaul, una joven de 25 años que nos cuenta cómo comenzó a dar Maaser. 

Por Daphne Dionizis. 

 

Rab ¿de dónde viene el concepto de Maaser? ¿Es una halajá, mitzvá o una costumbre muy importante?

El concepto de Maaser (diezmo) proviene de la Torá. Originalmente es una mitzvá deoraita (mandato bíblico) ligada a la agricultura: separar el 10% de la cosecha para los Leviim (Maaser Rishon), y luego otro diezmo para los pobres o para ser comido en Jerusalén (Maaser Shení). Hoy, fuera de Israel y sin Beit HaMikdash, la obligación agrícola no aplica de la misma forma.

Sin embargo, de ahí surge la práctica de separar Maaser Kesafim (10% de ingresos monetarios) para tzedaká, que es una costumbre halájica con peso de obligación rabínica según muchos poskim. Rambam (Hiljot Matnot Aniyim 7:5) y Shulján Aruj (Yore Deá 249) lo mencionan como práctica aceptada.

¿Por qué se considera importante separar el 10% del salario?

Porque es una forma estructurada de cumplir con la mitzvá de tzedaká. Al fijar un porcentaje claro, la persona entrena su generosidad y vence la inclinación de retenerlo todo. 

Además, simboliza que la riqueza no es totalmente nuestra: reconocemos que Hashem nos da los medios y nosotros devolvemos una parte para el bien común. 

No es como la caridad que donamos lo que nos sobra, hacemos justicia (tzedaká) con lo que ganamos.

 ¿A qué se puede destinar ese dinero según la halajá?

Primero a las necesidades básicas de personas necesitadas, luego a instituciones educativas, sinagogas, becas de estudio, proyectos comunitarios o de bienestar social.

Los poskim (legisladores) priorizan:

  1. Pobreza extrema y hambre.
  2. Familiares necesitados (hay prioridad).
  3. Comunidad local.
  4. Otros fines de tzedaká o mitzvá (Instituciones internacionales, sinagogas).
    No se puede usar para pagar mitzvot personales obligatorias, como pagar la propia comida de shabat, o las colegiaturas de los propios hijos.

¿Cuál es la diferencia entre maaser y tzedaká?

La tzedaká es cualquier ayuda material y el maaser es donar el 10 por ciento de lo que ganas. Uno debe dar maaser y además aumentar en tzedaká.  

El maaser es una forma de tzedaká, pero no toda tzedaká es maaser.

¿Se debe sacar Maaser también de regalos o herencias?

La mayoría de los poskim dicen que sí: herencias, premios y regalos monetarios importantes cuentan como ingreso. Regalos menores no necesariamente. Si un regalo viene con un gasto específico (p. ej., tus padres te regalan dinero para comprar un auto), no aplica Maaser de ese monto.

 ¿Por qué se dice que dar Maaser atrae bendición?

Se basa en la cita del profeta Malají 3:10: “Traed todos los diezmos… y probadme en esto, dice Hashem… si no os abriré las ventanas del cielo y derramaré bendición hasta que sobreabunde.”

Los sabios normalmente dicen que no se debe probar a Hashem, excepto en Maaser. La Guemará (Ta’anit 9a) trae esto como excepción.

Espiritualmente, dar abre un canal de abundancia porque la persona se convierte en conducto de bondad divina.

¿Qué impacto espiritual tiene el maaser en quien da y en quien recibe?

  • En quien da: desarrolla humildad, desapego del materialismo y responsabilidad social. Es una práctica de emuná: confío en que dar no me empobrece.
  • En quien recibe: dignifica, sostiene la vida y abre posibilidades. El Rambam habla de los niveles de tzedaká: ayudar a una persona a auto-sostenerse es lo más elevado.

¿Qué consejos le daría a una persona joven que quiere comenzar a dar maaser pero siente que no gana lo suficiente?

  • Comenzar de a poco, incluso con 1-2%.
  • Registrar ingresos y donaciones: ayuda a ser consciente.
  • Entender que cada moneda de tzedaká cuenta.
  • Verlo como entrenamiento espiritual, no como carga.
  • Saber que dar trae más apertura y gratitud.

¿Recuerda algún momento personal en que el maaser jugó un rol clave en su vida o en la de alguien cercano?

Había un joven de nuestra comunidad que se me acercó hace algunos años, preocupado porque sentía que no ganaba lo suficiente para cumplir con la mitzvá de dar maaser. Me confesó que temía que si separaba ese 10% su nivel de vida se vería afectado y no podría alcanzar la comodidad y los sueños materiales que anhelaba. 

Le dije que el maaser no es solo una obligación, sino una llave que abre puertas invisibles.

Finalmente, con algo de miedo pero con fe, decidió empezar a separar su maaser mes a mes. Al poco tiempo, casi sin darse cuenta, comenzaron a surgir nuevas oportunidades de trabajo, proyectos inesperados y clientes que antes ni siquiera lo miraban. Sus ingresos no solo se mantuvieron, sino que crecieron. Y cada vez que veía hacia dónde iba su dinero —a ayudar a otros, a sostener la comunidad, a apoyar buenas causas— sentía una energía nueva que lo impulsaba a trabajar mejor y con más propósito.

Así, el joven descubrió que dar maaser no era perder, sino multiplicar. Su generosidad se convirtió en un círculo virtuoso: cuanto más daba, más recibía, y cuanto más recibía, más quería dar. Hoy, cuando me lo encuentro, siempre me dice lo mismo: 

“Rabino, no sé cómo explicarlo, pero desde que empecé a dar maaser, mi vida se llenó de bendición”.

 ¿No es una contradicción que se prometa recompensa material por dar Maaser, si en teoría damos sin esperar nada a cambio?

Idealmente, la tzedaká es altruista, pero Hashem reconoce la fragilidad humana. La Torá y el propio Rambam permiten este incentivo para fortalecer la fe. Además, la recompensa es un medio, no un fin: la finalidad es sostener la justicia social y reconocer la soberanía de Dios sobre nuestras posesiones.

 ¿Qué rol juega el Maaser hoy, en una época donde hay muchas causas, ONGs y plataformas de donación?

El Maaser se adapta: muchas personas hoy dividen su Maaser entre instituciones judías, causas locales, causas en Israel y problemas globales (medio ambiente, derechos humanos). El principio es que tu primer círculo de responsabilidad es tu comunidad, pero no es excluyente.

¿Cómo ves el futuro en las nuevas generaciones?

Creo que hoy en día tenemos un gran desafío. Por un lado existe una mayor consciencia general de las diferentes causas globales, y también los desafíos que enfrentamos como Comunidad. Por otro lado, las nuevas generaciones creen tener una mayor necesidad de cosas que quizá las generaciones antiguas no las tenían o estaban dispuestas a hacer mayores sacrificios. Por ejemplo, antiguamente era poco común no ser donante (mismo que de pocos montos), había casi una presión social para hacerlo, y era mal visto no “donar tu granito”. Hoy en día, no existe más esta presión.

A pesar de esta situación, soy un creyente que acá en Chile venimos en una creciente conciencia de Tzedaká, y los tiempos difíciles que estamos viviendo, vienen ayudando a involucrar más y más personas en esta linda mitzvá.

¿Es posible dar Maaser no solo con dinero, sino también con tiempo, talentos o energía?

Formalmente, Maaser es monetario, pero muchos rabinos animan a dar “Maaser de tiempo”: dedicar al menos 10% de tus horas libres a voluntariado, enseñanza, visitas a enfermos, etc. No sustituye el Maaser kesafim (monetario), pero complementa su espíritu: convertir recursos personales en bendición para otros.

 

 Dar también es cosa de jóvenes

Yael Shaul, una joven chilena de 25 años, emprendió hace poco una nueva etapa viviendo en Israel. Tras conseguir un rol en el área financiera de una empresa, decidió poner en práctica una decisión significativa: comenzar a dar Maaser desde sus primeros ingresos. 

Lejos de su país y de su familia, encontró en este gesto una forma de mantenerse conectada con sus valores y de ser parte activa del pueblo judío, incluso desde lo cotidiano.

En un mundo donde es fácil mirar solo hacia uno mismo, Yael decidió mirar también hacia los demás. Su elección, silenciosa pero poderosa, es una inspiración para muchos jóvenes que buscan vivir con propósito, incluso desde lo más cotidiano.

Yael ¿cómo recuerdas la primera vez que donaste tu maaser? ¿Qué pensamientos o emociones sentiste? 

Me acuerdo que no se me hizo fácil donar la primera vez. Sí sabía que estaba haciendo lo correcto y sentía que estaba ayudando y no solo utilizando mi salario para cosas personales, pero fue difícil. Pero me sentí bien, sentí que mi día a día no es solo por mi sino que por un bien mayor. 

 

Con solo 25 años y viviendo sola en otro país, decidiste comenzar a cumplir esta mitzvá. ¿Qué te motivó a hacerlo? 

Mi motivación nació cuando yo estaba sin trabajo y estaba en búsqueda activa. Pensaba para mi misma ¿por qué Dios va a querer darme un trabajo? ¿Qué impacto positivo voy a generar yo en el mundo con ese trabajo? Ahí me acordé del Maaser y le dije a Hashem, que me de un trabajo, para aparte de cubrir mis cosas personales, poder ayudar a otras personas. No quería un trabajo solo para mí, sino que para ayudar. Esto no solo me motivó a hacerlo, sino que me hizo entender que es lo que debemos hacer. 

 

¿Qué mensaje te gustaría dar a los jóvenes sobre la importancia de este acto?

No podemos trabajar solo para nosotros mismos, todos debemos poder dar ese 10% o en distintas medidas según cada condición familiar. Pero no podemos estar todo el día en un trabajo que sea solo para nuestro beneficio. 

 

Siento que dar Maaser te hace feliz porque te da una sensación de plenitud, durante todos los días. Y me imagino que debe ser mayor esa sensación al ver el impacto directo de esta mitzva. En mi caso no lo he podido ver nunca, porque siempre he donado a personas que no conozco, pero aún así, me siento plena al saber que mi esfuerzo del día a día lo puedo compartir con otros.