Keren Leyedidut: “La Aliá nunca se detuvo, ni durante la pandemia, ni en la guerra, ni después del 7 de octubre”
Gustavo Gakman, presidente de Keren Leyedidut, y Edith Sasson, representante para Latinoamérica y España, conversan con Shalom sobre la misión de la organización que brinda acompañamiento a quienes toman la decisión de migrar a Israel. Durante su visita a Chile, los delegados compartieron su mirada sobre la misión que los mueve, el trabajo que realizan y la conexión con la Comunidad Judía de Chile.
Por: Gabriel Koenig
Fundada en 1983 por el rabino Yechiel Eckstein, Keren Leyedidut ha contribuido en el proceso migratorio de más de 750.000 judíos de más de 26 países con una inversión de aproximadamente 800 millones de shekalim ($200 mil dólares).
A través de un acompañamiento tanto monetario como logístico, e incluso humano, esta organización que trabaja en colaboración con el Ministerio de Bienestar, autoridades locales, Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) e importantes organizaciones sociales, presta ayuda a cada inmigrante con el objetivo de garantizar un proceso de absorción tranquilo en Israel gracias a las generosas donaciones de millones de cristianos y judíos en todo el mundo.
El proceso abarca desde trámites básicos —como abrir una cuenta bancaria o elegir una cobertura de salud— hasta el seguimiento emocional y educativo, y asistencia para obtener el pasaporte israelí y toda la documentación correspondiente.
Durante el pasado mes de abril, Gustavo Gakman, presidente de Keren Leyedidut, y Edith Sasson, representante para Latinoamérica y España, visitaron algunos de los centros comunitarios más importantes de la Comunidad Judía de Chile y compartieron sus visiones acerca de la fundación que, desde hace más de cuatro décadas, se ha convertido en un puente viviente para miles de judíos que deciden dar el paso hacia la Aliá.
Un sueño fundacional convertido en acción
La historia de Keren Leyedidut comienza con la visión del rabino estadounidense Yechiel Eckstein, un líder espiritual que supo identificar una oportunidad única: canalizar el profundo apoyo que las comunidades evangélicas sentían por Israel hacia acciones concretas de ayuda.
“Él detectó la intención y el amor que tenían los evangélicos por el pueblo de Israel y se puso como propósito hacer un puente entre los judíos y los cristianos. A eso dedicó su obra y con eso, en esta detección, él dijo ‘vamos a usar todas las donaciones que están dispuestos los evangélicos a dar para el bienestar del pueblo de Israel y vamos a hacer la parte operativa en Israel’. Entonces, hoy en día, la organización está dividida en todo el tema de fundraising en Estados Unidos, Canadá y Corea del Sur, que son en su mayoría evangélicos, también hay judíos, pero en su mayoría son evangélicos, y toda la parte operativa se encuentra en Israel”, cuenta Gustavo Gakman.
El proceso de la Aliá abarca un complejo periodo de planificación y preparación previa, junto con los grandes desafíos que enfrentan los olim (migrantes) una vez en Israel, los cuales incluyen la adaptación a un nuevo entorno cultural, social y administrativo, además de una gran barrera idiomática, la gestión de trámites legales y la reinserción laboral y educativa. Ante estas exigencias, Keren Leyedidut ofrece apoyo integral, desde la preparación previa en el país de origen hasta el acompañamiento en Israel.
“Lo que nos diferencia o lo que queremos resaltar es que acompañamos al olé (migrante) no solo con complementos de ayudas materiales, sino que les hacemos un acompañamiento desde que están en su país, desde que toman la decisión de hacer aliá, y hasta los primeros seis meses, o lo que necesite el olé, para hacerle un acompañamiento en todas esas cosas que le facilitarían la vida, por ejemplo, desde trámites para abrir una cuenta bancaria, y qué Kupat Holim (sistema de salud israelí) me quedaría mejor, hasta, bueno, saber cómo va la familia, cómo están yendo los chicos en el colegio, si necesitan algún tipo de asesoramiento, o que les pasemos el dato de algún especialista, en fin, todo tipo de acompañamiento más allá de lo material”, explica Edith.
Sin embargo, desde la organización enfatizan en que no buscan persuadir a nadie de migrar a Israel, sino que “quien quiere hacer aliá, quien esté interesado, le damos todo el asesoramiento, le ayudamos hasta el final, pero no tratamos de convencer de hacer aliá”, detalla Gustavo.
¿En qué momento Keren Leyedidut deja de brindar este acompañamiento?
“La norma es que aproximadamente a los seis meses ya pueden independizarse y tener su camino medianamente dirigido. Ahora, si a los seis meses y cuatro días nos llaman, estamos ahí. O sea, no los vamos a soltar si tienen una emergencia o lo que sea, pero creemos que lo más importante es el apoyo al principio, sobre todo hasta que encuentran su núcleo, hasta que arman su propia red”.
Impacto tras el 7/10
El ataque del 7 de octubre de 2023 no solo sacudió a Israel desde el punto de vista militar y emocional, sino que también generó un impacto inmediato en la estructura social del país. Miles de personas se vieron desplazadas, otras tantas quedaron sin acceso a sus medios de vida, y muchas familias —incluyendo nuevos inmigrantes— se enfrentaron a un contexto de incertidumbre extrema. Ante esa realidad, Keren Leyedidut redobló sus esfuerzos y adaptó sus programas para responder a una crisis sin precedentes.
“Ampliamos el fondo para los olim, lo ampliamos a nivel económico, presupuestario, para ayudar a gente que ya llevaba tres años en el país. O sea, fue un estado de emergencia lo que pasó, entonces sí apoyamos a gente que está hace mucho más que seis meses”, explica Gustavo.
La fundación activó sus redes internas para localizar rápidamente a quienes pudieran necesitar ayuda. “Nosotros tratamos de que llegue el mensaje a los olim, a nuestro database, pero también hubo muchos llamados telefónicos, gente que nos buscó a nosotros”, agrega.
No obstante, respecto a las cifras de aliá en este periodo, Gustavo explica que, si bien la guerra ralentizó la migración en algunas regiones del mundo, en otras aumentó debido al creciente antisemitismo.
“El 7 de octubre, en algunos países, justamente, frenó la aliá. O sea, América Latina es una de esas regiones en que bajó el número de alias desde el 7 de octubre. Es cierto que parte de la gente se identificó y quiso justamente relacionarse más con Israel e ir a ayudar. También hay gente que quiso tomarse un tiempo para ver cómo cambiaba la situación. Y hay países como Francia que por el antisemitismo se triplicó la aliá y lo mismo en Estados Unidos”, subraya Gustavo.
Aliá desde Chile
Según datos de Keren Leyedidut, alrededor de 70 personas hacen Aliá desde Chile cada año.
Si bien se trata de una cifra modesta en términos absolutos, está en línea con lo que cabría esperar considerando la dimensión de la comunidad local. “Los números son más chicos que en Argentina o en Brasil por el tamaño de la comunidad”, comenta Gustavo.
Sin embargo, Gustavo destaca que “durante la pandemia la cantidad de olim que hubo de Chile se triplicó”.
Respecto al perfil de quienes hacen aliá desde Chile, Gustavo explica que al igual que en la mayoría de los países de América Latina esta es una “aliá de gente sola”, ya que se trata de casos en que jóvenes buscan un nuevo comienzo en sus vidas y deciden tomar la decisión de migrar a Israel para estudiar o para hacer el servicio militar.
También menciona los casos en que gente tiene familia viviendo en Israel y buscan reencontrarse. “Tal vez son padres, abuelos, y familias, y también hay gente que ya estuvo en Israel y quiere volver. Justamente en Chile hay un gran porcentaje de gente que quiere una segunda oportunidad”, señala.
Historias que conmueven
Más allá de los datos, las cifras o los procesos logísticos, hay algo que atraviesa profundamente el trabajo de Keren Leyedidut: las historias humanas.
Tanto Gustavo como Edith compartieron algunas de las experiencias que más los han marcado a lo largo de su labor. Relatos que no solo dan cuenta del impacto de su trabajo, sino que revelan la dimensión emocional y transformadora que conlleva acompañar a alguien en el camino de la aliá.
Una de ellas es la de Ilan, un joven uruguayo que emigró a Israel en 2020, se enlistó como soldado solitario (jayal boded), y recientemente resultó herido en Gaza. “El chico involucrado en un incidente en el cual un tanque explotó, murieron varios compañeros y él casi pierde un ojo. Nos llegó la información por ser amigos de la familia y enseguida nos movilizamos”, recuerda Edith.
“Luego de estar internado, este chico que vivía antes solo, tuvo que mudarse a la casa de los padres (los cuales hicieron aliá en 2022) porque no podía manejarse solo, entonces el Kerem le ofreció asistencia para adaptar la casa donde iba a ir a residir para que el chico pueda estar cómodo”, agrega.
Gustavo, por su parte, destaca que el Kerem Leyedidut es una “organización ágil, con poca burocracia y cuando tiene que actuar, actúa rápido”, ejemplificando con el hecho de que cuando comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, desde la fundación se movilizaron de inmediato para traer a gente a Israel.
“Una vez por día salía un avión con judíos y todavía no se hacían exactamente los trámites, pero fue todo muy espontáneo, o sea, miles y miles de personas vinieron a Israel en muy poco tiempo”, relata.
Por otro lado, Gustavo también menciona el caso de una familia peruana que vivía en condiciones muy precarias y cuya vivienda fue gravemente afectada por intensas lluvias. Ante la emergencia y sin esperar a que completaran toda la documentación necesaria, Keren Leyedidut gestionó su traslado inmediato a Israel.
“Yo me acuerdo una historia de una familia que vivía en una casa de un material muy modesto, creo que barro, en las afueras de Lima y que hubo una lluvia muy fuerte por muchos días que acabó derrumbando la casa y los tuvimos que traer, o sea, todavía no tenían tan bien la documentación y todo fue de un día para el otro, realmente gente que estaba en la calle”, cuenta.
¿Qué sienten al pensar en estas historias? ¿Cómo se sienten al saber que han sido algo tan importante para la vida de estas personas?
“Sin querer ser inmodestos, yo creo que a mí personalmente me llena el alma cuando veo, porque vemos situaciones muy difíciles una cosa es cuando alguien se va porque se quiere ir y porque elige a dónde ir y porque tiene el idioma y porque sabe que si no le va bien de última tiene a quién recurrir pero hay muchísimos casos que no es así alía, que hay que darles todo tipo de apoyo, soporte y que vienen de situaciones bien vulnerables y cuando uno ve que van y tienen una vida mejor, y te lo agradecen y te lo hacen saber a mí me llena el alma. (…) Cuando te mandan la foto en donde se reencontraron con los hijos y los nietos, por ejemplo, gente mayor que quedó viviendo en estos países y hace aliá de grandes. También es muy emotivo saber que van a envejecer con la familia, es muy lindo”, señala Edith.
¿Algún mensaje para la Comunidad Judía de Chile?
“Yo les diría que el que está interesado en hacer aliá que se contacte con nosotros, que vamos a hacer todo lo posible para que tengan la mayor información y el mayor acompañamiento y que la aliá nunca paró, ni en el COVID, ni en la guerra, ni en el 7 de octubre, siempre continuó junto con todas las organizaciones”, concluye Gustavo.