Hace un año, una masacre desgarró no solo la vida de los habitantes de Israel, sino también el corazón de cada judío en el mundo. Desde entonces, 365 días de guerra han dejado profundas cicatrices, afectando a generaciones. Nos reunimos con el embajador de Israel, Gil Artzyeli, y la presidenta de la comunidad judía, Ariela Agosin, para reflexionar sobre el impacto que este trágico aniversario ha tenido en las sociedades chilena e israelí, con la esperanza de encontrar fuerzas y solidaridad en medio del dolor.
Por: Ronit Bortnick
Eran alrededor de las 05:50 de la mañana en Israel cuando empezaron a circular por Telegram imágenes de terroristas de Hamás ingresando desde la Franja de Gaza al país a través del paso Kerem Shalom. A las 06:30 sonaban las sirenas y caían misiles en varias ciudades, incluso en Tel Aviv. Era solo el inicio de una guerra que ha cobrado más de 1.500 vidas y con todavía 101 rehenes por rescatar.
Aunque la guerra se libra a más de 13.000 kilómetros de distancia, sus repercusiones han alcanzado de manera dolorosa a nuestra comunidad judía local. El odio y la hostilidad se han vuelto palpables, afectando a nuestros hermanos, tanto chilenos como israelíes, que sienten el peso de la violencia y el prejuicio. Aún en la distancia, las heridas se comparten y el dolor se vive como propio.
Un año después del estallido del conflicto, Ariela Agosin, presidenta de la Comunidad Judía de Chile (CJCh) y Gil Artzyeli, embajador de Israel en Chile, reflexionan sobre los impactos en ambas sociedades.
La perspectiva chilena: reflexiones de Ariela Agosin
Un año después de la masacre del 7 de octubre, ¿cómo ha cambiado la vida diaria de los judíos en Chile?
Evidentemente se ha hecho real algo que para nosotros era historia antigua: el antisemitismo. Veíamos por acá y por allá algunos focos, pero salió a la luz todo aquello que pensábamos que ya no existía, que era el odio a los judíos solo por ser judíos.
Para la CJCh ha sido también un cambio de foco en el trabajo; hemos tenido que centrarnos mucho en el asunto del antisemitismo y en el tema de Israel. Todo cambió para la comunidad y para la CJCh.
¿Ha percibido un aumento en los incidentes antisemitas en Chile desde el 7 de octubre?
Sí, claramente se ha producido una explosión de actos antisemitas, es decir, cuestiones que en Chile antes no se veían. No solo han aumentado las vandalizaciones, sino que además han ocurrido manifestaciones violentas afuera de las sinagogas y del Estadio Israelita. También ha habido muchas más amenazas y palabras agresivas en redes sociales e intimidaciones directas a personas de la comunidad. Por ejemplo, una señora que fue expulsada de una farmacia; aunque luego reaccionaron, para ella fue un acto muy desagradable en el momento. En el ámbito universitario, estudiantes funaron a dos profesoras judías.
Ahora las personas se cuestionan si pueden andar con Maguen David, o los papás se preguntan si dejar que sus hijos usen algo que los identifique como judíos, cuestión que antes no pasaba.
¿Cómo cree que estos eventos, junto con el aumento del antisemitismo, han influido en la identidad y unidad de la comunidad?
Como todos los eventos difíciles en la historia del judaísmo, lo que hacen es unirnos. Yo creo que, si nuestros enemigos supieran lo que producen sus actos, probablemente no los harían. Esta no fue la excepción; este 7 de octubre fue un trauma para toda nuestra generación, porque, como decía al principio, creíamos un poco superados todos estos temas, y nos dimos cuenta de que volvían.
Hemos visto, por ejemplo, en nuestra comunidad, que las instituciones han cooperado, han estado a disposición, y las personas también desde el primer momento, con el objeto de ayudarnos entre todos, de estar unidos, de crear sinergia. Y, por lo tanto, yo creo que al final nos ha fortalecido como pueblo, como comunidad en Chile y, en definitiva, de todo lo malo algo bueno sale.
¿Cómo ha sido la coordinación de la CJCh con organizaciones internacionales tras la masacre?
Hemos trabajado muy unidos con el Congreso Judío Mundial con sede en Latinoamérica, también con el Anti-Defamation League (ADL), que se concentra en el tema del antisemitismo, con el American Jewish Committee (AJC), y con la B’nai B’rith Internacional.
Además, hemos estado en contacto constante con Israel, para apoyarnos y ver las cosas que están pasando y prepararnos para lo que pueda llegar a Chile. Eso ha sido muy importante, sentirnos un pueblo a nivel internacional.
Lo otro que hemos estado haciendo es enfocado en apoyar a los familiares de Latinoamérica de los secuestrados. Hay un foro con el que estamos en constante contacto y les mandamos todo lo que hacemos. Ellos se emocionan mucho y no podemos dejarlos solos.
¿Ha sido más difícil conversar con el Gobierno?
El Gobierno, afortunadamente, tiene personas que están muy comprometidas con la seguridad de todos los chilenos, incluyendo a los judíos. Si bien con el presidente no tenemos una llegada directa, sí la tenemos a través de los ministros, especialmente mediante el Ministerio del Interior. Lo mismo con el ministro Segpres, Álvaro Elizalde, quien está a cargo de la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos. Hemos tenido una buena acogida para las distintas inquietudes que han surgido.
Considerando que hay chilenos que tienen amigos o familiares que fueron asesinados, ¿cómo se ha manejado el proceso de duelo?
Hemos trabajado mucho con la Comunidad Chilena de Israel, y un poco al servicio de ellos. Nos acercamos a las familias que estaban involucradas directamente, especialmente con las de las dos secuestradas: Loren Garcovich, quien después descubrimos que fue asesinada el 7 de octubre, y Mía Schem, liberada en noviembre de 2023. También estuvimos con la familia de Itay Berdichevsky, asesinado junto a su esposa mientras escondían a sus mellizos.
Hemos hecho todo lo posible por conectarnos y apoyar a quienes pudimos.
¿Qué mensaje le entregaría a la comunidad judía y al resto del país en este primer aniversario?
Decirle a la comunidad que tenemos que estar más unidos que nunca, que debemos querernos, cuidarnos mucho, y hacer cumplir que somos el guardián de nuestro hermano. Aunque a veces canse la agresividad que recibimos o tener que repetir las cosas, no hay que bajar los brazos. Efectivamente existe un bien y un mal, y necesitamos estar muy alertas a que sea el bien el que gane. Como dicen por ahí, solo basta con que los buenos no hagan nada para que el mal triunfe.
Hay que entender que esto no es una amenaza solo para el pueblo judío, también lo es para Occidente y para los seres humanos que queremos vivir en paz.
Es necesario que todos lo entendamos así, que estemos firmes, y a veces es muy terrible y difícil.
No hay que estar peleando, pero sí estar disponibles para conversar y mostrar quiénes somos con la cabeza en alto. Y, como digo, a veces es duro y agotador, mas es la prueba que le tocó a esta generación y tenemos que pasarla para que nuestros hijos y nietos puedan tener una vida judía y convivir en libertad con todos.
La visión desde Israel: las palabras del embajador Gil Artzyeli
Un año después de la masacre, ¿cómo describiría el impacto de la guerra en la sociedad israelí?
El 7 de octubre es una masacre de magnitud histórica, hay un antes y un después. Israel nunca volverá a ser lo mismo. Nos estamos recuperando, mostrando resiliencia, fortaleza y unidad. El 7 de octubre nos recordó nuestra historia lejana, pero a la vez reciente, cuando no podíamos defendernos.
Primero fue un shock para todos, sin excepción. Pero el mismo día, después de ver lo que estaba pasando, vimos una sociedad comprometida.
El instinto israelí es esta hermandad, esta solidaridad del uno con el otro.
En los días, semanas y meses que siguieron, la población civil se organizó y ha contribuido de una forma increíble, apoyando a familias desplazadas y a quienes perdieron seres queridos.
¿Cómo ha respondido el Gobierno de Israel en términos de apoyo a las víctimas y sus familias?
Desde el 7 de octubre, hay compromisos claros del gobierno con todos los israelíes. Primero que todo, está el compromiso de que lo que pasó no se repita. Segundo, traer a casa a todos los secuestrados lo antes posible. Y, tercero, reconstruir la sociedad y la confianza.
La guerra todavía no termina y, cuando finalice, vamos a mirar al futuro desde una sociedad más fuerte y unida, como ha sido luego de cada una de las guerras en las que lamentablemente nos ha tocado combatir.
¿Cree que ha habido un desgaste emocional?
Obvio que hay un desgaste. Llevamos un año en guerra y la gente sufre, pero la pregunta es: ¿cuál es la alternativa? No tenemos a dónde ir.
Si regresamos a la diáspora, sea donde sea, volvemos a estar indefensos. Nuestro lugar es Eretz Israel.
¿Cómo ha influido la masacre del 7 de octubre en las relaciones entre Israel y las comunidades judías en el extranjero, especialmente en Chile?
Creo que el 7 de octubre unificó a todo el pueblo judío alrededor del mundo y aquí en Chile también. Hemos recibido un apoyo increíble. No lo veo como algo externo, lo veo como un apoyo por parte de hermanos que estamos juntos en el mismo desafío.
Los chilenos judíos apoyan y defienden a Israel y nosotros sentimos ese respaldo y lo apreciamos.
Durante este año, he recibido muchísimas muestras de cariño y solidaridad, tanto en persona como a través de mis redes sociales.
En este sentido, deseo agradecer a toda la comunidad en general, a Ariela Agosin, presidenta de la CJCh, y a todo su equipo. También le quiero dar las gracias a todos los chilenos y chilenas que nos han manifestado su apoyo durante este año difícil y triste.
¿Cómo se han visto afectadas las relaciones entre Chile e Israel?
Chile e Israel son dos países democráticos que valoran y protegen los derechos humanos. El derecho internacional nos da el derecho a protegernos y a defender a nuestros ciudadanos. Nadie debería esperar que no nos defendamos contra esta amenaza existencial, y lo hacemos en el marco de la ley internacional.
Quiero distinguir entre dos asuntos. Uno es el tema palestino, que existe desde la creación de Israel. Ellos han rechazado todas las ofertas de paz desde hace 76 años. Ahora, en Cisjordania, hay asuntos no resueltos, que debemos negociar. De Gaza, el sitio desde donde nos atacaron, salimos en 2005. No había ahí ningún judío, ni israelí. Los gazatíes tenían un futuro por delante, hasta que Hamás tomó el poder y optó por dedicar todos sus recursos para atacar a Israel. Hay que entender que ellos no buscan establecer un Estado palestino, lo que quieren es la aniquilación de Israel.
El segundo tema es Irán, que se aprovecha del asunto palestino y lo usa como excusa para atacarnos. Este país está comprometido con eliminar a Israel y sus líderes lo dicen cada vez que pueden. Este es otro conflicto y todo el mundo democrático está con nosotros, encabezado por Estados Unidos y los países europeos. Sabemos cuáles son las democracias que nos están apoyando en este desafío que Irán nos impuso.
¿Qué mensaje final quiere entregar?
Quiero volver a agradecerle a toda la comunidad judía de Chile y a tantos chilenos no judíos por su apoyo, que nos ha llegado al corazón. Fue un año muy difícil, pero, al mismo tiempo, lo afrontamos con resiliencia. Si no podemos defendernos, no vamos a existir.
Estoy seguro de que una vez termine esta guerra se ampliará el grupo de países musulmanes moderados que buscan el bienestar de su pueblo y que juntos enfrentaremos a Irán. Primero seamos fuertes y después extendamos la mano a nuestros vecinos para lograr la paz que merecemos y anhelamos en la región.
Finalmente, quiero desearles a todos shaná tová y tzom kal. No olvidaremos la tragedia del 7 de octubre, pero debemos seguir adelante, abordando este nuevo año con unidad, resiliencia y esperanza.