Más de 8 décadas de trabajo y desafíos
El Comité Israelita de Socorros, CISROCO, este año ha cumplido 86 años de vida, más de 8 décadas donde han sido muchos los residentes y familiares que han formado parte de esta gran familia, y también muchos los que han permitido que hoy en día siga siendo un hogar judío para las personas mayores, un hogar donde la calidez y cuidado al adulto mayor son los valores centrales.
Como muchos sabemos, CISROCO en sus orígenes, surge ante la necesidad de acoger y ayudar a los inmigrantes judíos que llegaron a Chile huyendo de la persecución nazi.
El 15 de agosto de 1939, tras la llegada masiva de refugiados de habla alemana, se estableció en una casa arrendada, y que luego sería adquirida, en calles Catedral con Maipú, en el centro de Santiago, lugar donde fueron acomodadas las familias arribadas al país.
Con el paso del tiempo, y ante las necesidades que se fueron suscitando, el hogar se fue transformando en una residencia destinada a los adultos mayores. Es por ello, que en el año 1998, se compró un sitio de 10.000 metros cuadrados en Vitacura, en conjunto con B´nei Israel. Este terreno fue dividido legalmente en dos, por lo cual, ambas instituciones son absolutamente independientes. El edificio actual de CISROCO fue proyectado por el arquitecto Salomón Camhi.
Desde el 5 de enero de 2000, la residencia está ubicada en Av. Padre Hurtado Norte 1880, en Vitacura. Hoy en día es un hogar abierto a toda la comunidad judía, donde viven actualmente 59 adultos mayores.
Cuenta con una administración y un equipo de salud interdisciplinario, atento a las necesidades de sus residentes, pero también es un espacio que busca dar “calor de hogar”, ofreciendo a los adultos mayores cuidado, respeto y una variedad de actividades que les permitan promover su autonomía, fomentar la participación social y el establecimiento de vínculos, usar sanamente el tiempo libre y mantener vivas las tradiciones judías.
A lo largo de la historia de esta institución, han sido muchas las personas que han aportado para hacer que hoy la residencia sea un espacio de participación de los adultos mayores.
Un lugar que los residentes sienten como su casa, donde no solamente están cuidados o acompañados, sino que también les permite mantener su proyecto de vida, desarrollar actividades de interés y retomar o hacer nuevas amistades, siendo el residente el centro y alma de la institución.
Sin embargo, son muchos los desafíos a los cuales nos enfrentamos: adaptarnos a nuevas formas de envejecer y las nuevas realidades de las personas mayores, proporcionar más y mejores opciones y servicios y realizar acompañamiento a las familias, etc., por lo cual se hace importante la vinculación con toda la comunidad y el aporte también de muchas personas, que con su tiempo y capacidades quiera sumarse para perpetuar el trabajo que se realiza por muchas generaciones.