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Testimonio de una sobreviviente

Vivi Roitman: 

A pesar del infierno que viví, yo no tengo dudas ¡Israel es mi casa!

 

Este es el testimonio de Vivi Roitman, argentina de 63 años, quien junto a su marido Menachem Zelig, sobrevivieron a la masacre de Hamás en su kibutz Nir Yitzhak el pasado 07 de octubre. 

 

Con mucho esfuerzo y dolor, Vivi quien tiene a su hija y nietas acá en Chile, nos relata la pesadilla que vivieron y cómo están sobrellevando este trágico momento refugiados en Eilat. 

 

Desde todo el equipo de Shalom, les agradecemos profundamente su esfuerzo por revivir con cada palabra la masacre y les enviamos mucha fuerza y cariño.

 

Esperamos pronto tener buenas noticias y que nuestros jayalim y todos los secuestrados, puedan regresar sanos y salvos a sus casas.  

 

Vivi no podemos imaginarnos lo que tuvieron que vivir… con mucho cariño y respeto queríamos pedirte si puedes contarnos tu experiencia. 

Esto es lo que pasó el 7 de octubre maldito. Generalmente cuando suena la sirena, nosotros estamos acostumbrados a entrar al cuarto de seguridad porque significa que nos están tirando misiles desde Gaza. Cuando estamos adentro del cuarto, tenemos que esperar unos minutos, menos de cinco minutos, y después cuando la bomba ya cae, podemos salir y seguir haciendo la vida de forma normal. 

 

Pero esta vez, fue muy distinto. Aproximadamente a las 06:30 am sonó la sirena, fuimos al cuarto de seguridad y se escuchaban tiros y gritos. Por el WhatsApp empecé a recibir mensajes de que no debíamos salir aunque no escucháramos nada, porque la situación era muy peligrosa y había entrado un grupo de terroristas al kibutz donde vivo, Nir Yitzhak

 

Alrededor de las 10:00 – 10:30 de la mañana, seguíamos encerrados en el refugio y escuchamos a mucha gente hablando en árabe, ruidos de explosiones y vidrios rotos. ¡Se podrán imaginar cómo estábamos! Mi marido tiene 72 años; 

 

nos sentamos en un lugar del cuarto, nos agarramos de las manos y comenzamos a rezar para que no nos pasará nada.

 

En un momento intentaron abrir la puerta de nuestro refugio, pero no pudieron porque por suerte nosotros tenemos una cadena que engancha la puerta de adentro con una de las paredes y no se puede abrir desde afuera.

 

Desde el momento que se fueron, empecé a escribir en el grupo de WhatsApp de mi kibutz que los terroristas acababan de estar en mi casa. Les dije a todos que se encierren en los refugios y traben las puertas. La gente después me agradeció, ya que al ser mi casa una de las primeras en que entraron, gracias a nuestro aviso, pudieron tener más recaudos. 

 

A las dos horas, volvieron los terroristas. Ya eran como entre las 14:00 y 15:00 hrs, estábamos ahí desde las 6:30 de la mañana sin agua, comida y sin poder ir al baño. Intentaron nuevamente abrir el refugio, pero al no poder se fueron.

 

¡Yo salgo, ya estuvieron acá dos veces, no van a volver, yo no aguanto más!me dijo mi marido.

 

¡No, de ninguna manera! Vos no te vas y no salís, porque estamos en peligro y aún nadie nos dijo que podemos salir. ¡Por favor quédate adentro conmigo! contesté. 

 

Menos mal se quedó, porque como a las tres horas, los terroristas volvieron y esta vez sí pudieron abrir un poco la puerta. Teníamos la cadena, pero pudieron dar vuelta la manija. Mi marido empezó a llorar y a gritar “¡Vivi los estoy viendo, están acá!”. 

 

Fue una cosa de segundos, yo vi como una película de mi vida, donde estaban mis hijos, mi mamá, mi hermano, mi sobrino y mis nietas. Me dije “¡No, esto acá no se termina, hoy no es mi día para morir!”… 

 

Me levanté de donde estaba sentada como un rayo y agarré la manija de la puerta, la tiré para adentro, la cerré otra vez del todo y me quedé así con la manija en la mano dada vuelta tratando de que ellos no puedan abrir. La cadena todavía estaba puesta. No sé cuánto tiempo pasó, para mí fue una eternidad, pero gracias a Dios se fueron y nos salvamos. 

 

No sé si vuelven o no, pero yo voy a salir. Me ahogo acá, necesito tomar agua ¡ya no puedo más! me dijo mi marido luego de varias horas. 

Lamentablemente yo no estoy de acuerdo, pero no te lo puedo impedir. Yo no voy a salir, yo me quedo acá adentro, voy a aguantar y le pido a Dios que no te pase nada. respondí. 

Lo único que te quiero pedir, es que nunca te sientas culpable si me pasa algo, porque es una decisión míame respondió Menachem mirándome a los ojos. 

 

Él se fue  y yo me quedé otra vez encerrada en el cuarto y no tenía la menor idea de lo que estaba pasando. No alcanzan a pasar como dos horas más y otra vez escucho ruidos de mucha gente que entra a casa. ¡Me empezó a temblar el cuerpo! Pensé en mi marido y los terroristas que otra vez volvían, pero en eso Menachem me golpea la puerta del cuarto de seguridad y me dice que llegaron los soldados israelíes a rescatarnos. Salí temblando y ellos enseguida me abrazaron y me dijeron que con ellos iba a estar a salvo. 

 

¿Qué pasó cuando llegaron los soldados a rescatarlos?

Como mi kibutz es muy grande, los jayalim pidieron que en vez de que cada uno se quede en su casa, que toda la población del kibutz se quede concentrada en el centro. Ahí es donde están todos los jardines de infantes y la casa de los bebés, las cuales soportan si caen misiles, los chicos están cubiertos y protegidos. Como 600 personas nos dividimos en esas casas y llevamos cada uno lo que tenía y el ejército nos cuidaba. 

 

No podíamos salir a ningún lado, imagínense que en cada lugar había entre 70 y 80 personas juntas, solamente con dos baños. Había gente del kibutz que con la compañía de los soldados, iban como a un supermercado chiquito y nos traían comida o agua. Estuvimos así casi todo el día… no podíamos salir del kibutz porque todo el camino estaba lleno de terroristas y era muy peligroso. Más o menos a eso de las 20:30 hrs nos avisaron que el asunto había mejorado un poco y nos dijeron que los soldados nos iban a acompañar a nuestras casas, para que pudiésemos en 20 minutos hacer un pequeño bolso con nuestras cosas más importantes. Aproximadamente a las 23:00 hrs llegaron buses que nos llevaron primero a Beersheva y después nos trajeron a Eilat, desde donde estoy dando esta entrevista. 

 

Decimos que somos Am Ejad ¿Cómo se está manifestando esto realmente hoy en Israel?

 

En Israel cuando pasan cosas así, la gente es muy solidaria.

 

Estamos en hoteles y en cada uno pusieron un cuarto donde la gente viene y trae cosas de la casa: desde comida para bebés, juguetes, ropa en buen estado, zapatos, todo. No tengo palabras para decir la unión que hay. Muchos saben que pasamos un infierno, entonces también viene gente a hacernos masajes gratis, a atendernos psicólogos, psiquiatras y jóvenes a ayudar a las familias con niños. A pesar de que se ve que estamos arreglados y estamos en hoteles, la realidad es que nada está arreglado, porque el futuro es muy incierto y nosotros no sabemos cuándo vamos a poder volver a nuestras casas. 

 

Tengo una amiga mía, Clara Marman, que fue secuestrada con su pareja, sus hermanos y una sobrina. ¡No sabemos nada de ellos! Lo único que sabemos es que están en Gaza, pero no tengo la menor idea de cómo la tratan, cómo está, cómo se siente. Hay más de 230 personas capturadas al igual que ellos, entre ellos también hay bebés y gente muy viejita. 

 

Hamás se convirtió en Isis por la crueldad y por la frialdad de las cosas que hicieron.

 

En Israel pasaron un programa donde decían que antes del ataque, a los terroristas les pasaron drogas que afectan la parte sentimental y los dejan sin sentimientos, de esta manera podían hacer todas las atrocidades que hicieron, que prefiero no especificar porque me hace muy mal. 

 

Después de pasar por algo así ¿Cómo te cambia la perspectiva de la vida? 

Bueno, me doy cuenta que hay que hacer una diferencia entre las cosas más importantes y las estupidez por las cuales a veces nos ponemos nerviosos. Es como que pones las cosas más importantes en la vida en otra escala de valores… hay que apreciar más lo que tenemos, ver la parte llena del vaso: tenemos salud, tenemos a la familia sana, eso es lo importante. Si tenemos más o menos ropa, o si la casa no está ordenada como uno quiere, son estupideces. Ahora por ejemplo que no tenemos casa y estamos en un hotel, me doy cuenta que puse muchas energías en cosas que no eran importantes. 

 

¿Cuáles son tus pensamientos y sensaciones en torno a Israel? ¿Piensas quedarte, irte? 

 

A pesar de lo que vivimos ese espantoso 07 de octubre, yo no tengo dudas ¡Israel es mi casa! 

 

No puedo decir ahora si voy a volver a mi kibutz, porque va a depender de muchas cosas. Por otro lado, no quiero vivir con miedos o que mis hijos y mis nietos, dejen de venir a visitarme porque vivo en un lugar peligroso. Todo depende de cómo vamos a empezar ahí de nuevo, porque la verdad que hay que empezar de cero y tengo esperanzas de que algún día lo vamos a hacer. Con respecto a este tiempo en que estamos de acá para allá, espero que sigamos en el mismo hotel, porque cada vez que debemos cambiarnos de lugar, nos genera mucho estrés y creo que lo más importante es que el kibutz y la comunidad nos quedemos unidos. 

 

¿Qué mensaje te gustaría enviar a los yehudim de todo el mundo?

 

Yo creo que los judíos de todo el mundo tienen que unirse y ayudar a Israel; no solamente a nosotros, sino que a todos los habitantes que están pasando un momento tan difícil.

 

El que pueda más, el que pueda menos, pero hay que construir todo de cero. Hay gente que se quedó sin nada y hay que ayudar. A mí me quedaron las paredes de la casa, hay gente que no le quedó nada de nada, todos debemos ayudar, para que podamos de a poquito reiniciar nuestras vidas.

 

Yo trabajo con gente que pasobrevivió al Holocausto y ellos me dicen ¿Por qué tuvimos que pasar este día tan horrible que nos hizo acordar tanto a la Shoá?  Quemaron gente viva, violaron… no quiero contar todo porque me pone muy mal; pero lo que quiero decir es que no es lo mismo que aquella vez. 

 

Antes no había el Estado de Israel, ahora nosotros tenemos este país chiquito y tenemos que ayudar a todos los judíos del mundo, para que Israel vuelva a florecer.

 

Gracias a todos por el apoyo y cariño y esperemos que vengan tiempos mejores y que los soldados vuelvan con vida y por supuesto también los rehenes, que hay chicos desde los cuatro meses hasta gente de más de 85 años. 

 

¡AM ISRAEL JAI!