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EL SÍNDROME DE JERUSALÉN: LA OBSESIÓN DEL MUNDO MUSULMANA POR CONQUISTAR LA CIUDAD ETERNA

León Lanis V. 

 

(…) He aquí que estás encinta, y darás luz a un hijo, quién llamarás Ismael, porque El Señor ha oído tu aflicción. Y será un hombre salvaje; su mano estará contra todo hombre y la mano de todo hombre contra él (…)”  (Bereshit 16:11-12)

 

Aquella es la introducción que hace la Torah al mundo Árabe, señalando características claves de lo que ha sido el desarrollo histórico de esta cultura: la eterna violencia y guerra por la hegemonía religiosa. 

 

La cultura Islámica (hoy siendo la predominante en el mundo Árabe) ha sido marcada, históricamente, por una obsesión implacable por conquistar la sede capital del imperio del Rey David: Jerusalén. En este artículo quiero dar a conocer algunas de las raíces de esta manía y las visiones teológicas, sociológicas, políticas y económicas tras esta manía. 

 

Es esencial para la conducción de este artículo dejar en claro que, sin embargo el conflicto actual entre el mundo Musulman contra Israel, las causas por la obsesión con Jerusalén se arraigan en orígenes mucho más complejos y anteriores que el “antisionismo”. Cualquier visión que plantee esta problemática con dicha conclusión como la primordial, es hipersimplista y da por olvidado siglos de conflictos internos dentro del Islam que subyacen en la carrera por la Ciudad Eterna. 

 

Jerusalén ha sido objeto de fascinación para muchas culturas a lo largo de la historia. Naturalmente es el centro espiritual del mundo Judío, pero ha sido conquistada (o intentada conquistar) por los Jebuseos, los Asirios, los Babilonios, los Persas, los Macedonios, los Romanos, los Bizantineos, los Musulmanes (dos veces), los Cristianos Europeos (en las cruzadas), los Mongoles, los Mamelucos, los Otomanos, los Britanicos, los Árabes, entre muchos otros. Las razones tras tal fascinación varían según el contexto y cultura. Por ejemplo, para los judíos, cristianos y musulmanes tiene una importancia religiosa por razones obvias; pero para otras culturas Jerusalén ha posado a tráves de los años como un cruce entre estrategia geopolitica, militar, económica y cultural, ya que la ciudad se encuentra en una posición geografica extremadamente útil desde dichos puntos de vista. 

 

  1. El Islam y Jerusalén: los origenes teológicos de la obsesión. 

Para el mundo islamico, Jerusalén se llama Al-Quds, que significa “aquél lugar sagrado”. Bajo la teología islámica, Al-Quds fue el lugar donde el profeta Mohammed tuvo su viaje astral al mundo más allá, el Janá o cielo. De manera resumida, Mohammed es despertado un día por el Malak Jibreel (Ángel Gabriel) que le dice que debe comenzar un viaje al mundo que está más allá de los humanos, el viaje en la ortodoxia islámica se llama, paradójicamente, como Isra. Aquél ángel le regala a Mohammed un caballo místico llamado Buraq (relámpago) que es una mezcla de humano, burro y ángel. Al llegar al monte donde se encontraban las ruinas del Segundo Templo, Mohammed asciende al cielo en su corcel pasando siete “capas” del cielo que representan a profetas del Islam: Adán, Juan Bautista, Yosef, Enoc, Aaron, Moises y Abraham. Allí Mohammad se reúne con Allah que le enseña a hacer los cinco rezos diarios del Islam (Salah) y le comanda a retornar a la Meca para tomar su lugar como rey del mundo. 

 

Aquí nace, religiosamente, la idea musulmana de que Jerusalén es un lugar elegido por Allah para ellos, específicamente el “Templo de la Roca” (Al-Aqsa) donde su profeta ascendió. Veremos más adelante que esto es esencial para el conflicto interno en el Islam por tomar Jerusalén. Si analizamos esto, desde un punto de vista sociológico y estratégico-político, la historia de la ascensión de Mohammed acompañado del Ángel Gabriel le sirvió como capital político para tomar las riendas de su pueblo, ya que como sabemos, Mohammed fue puesto en duda por muchos en su tribu como el indicado para liderar, ya que los Quraysh (tribu de la que nace Mohammed) eran los encargados de la protección de la Kaaba o práctica religiosa arábica politeistica. Eran por así decir los Kohanim del pueblo Árabe. Los Quraysh terminaron por aceptar a Mohammed como profeta debido a su poder militar y sus conquistas en la península Arábica, descritas en artículos anteriores. 

 

  1. Ramas del Islam: el orígen político de la obsesión.

Muchos han escuchado de las distintas ramas del Islam pero ¿Por qué una religión tan grande y conservadora se encuentra tan violentamente fragmentada?

El Islam tiene tres principales corrientes: el Sunismo, el Chiismo y el Jariyavismo. El 85% del mundo Árabe es Sunita, 10% es Chiita y el restante se 5%  se divide en Jariyavista y otros. 

La separación de corrientes tiene por causa única la política. Ante la muerte del profeta Mohammed, el mundo islamico se encuentra en conflicto por decidir quién tomará las riendas del Califato. La mayoría del pueblo creía que lo más importante era tener un consenso (Ijma) sobre quién regirá el reino que Mohammed construyó; ahora bien, no pensemos que esto era un consenso democratico, la Ijma se formula en base en el poderío de caudillos como voz y voto; esta corriente, que derivó en el Sunismo, eligió a Mlik Abu Bakr como Calif, quién era un fiel compañero de Mohammed en sus viajes. Otros, ante la muerte de su profeta, eligieron una vía más estricta, señalando que Mohammed apuntó a su cuñado, Ali Ibn Abi Talib como el Calif del pueblo, esto es lo que conocemos como Chiismo. La tercera rama, Jariyismo, creen que el Calif debía ser elegido por Allah, y que debía ser el más digno dentro del pueblo señalando que podría ser “incluso un esclavo negro”. Hubo una guerra civil y ganó el Sunismo (por ello son la mayoría), estableciendo el primer califato post-Mohammed, el Califato de los Rashidun (“los elegidos”), teniendo 4 Califas (Abu Bakr, Umar, Utman y Ali) hasta una guerra civil (Primera Fitna) en la que una familia crea un nuevo califato conocido como Umayyad, el cuál es más dinástico y monárquico, desviándose un poco del Ijma, pero manteniéndose Sunita.   

 

¿Por qué importa esto? La fragmentación del Islam contrajo consigo mucha rencilla politica, en la cuál todos los grupos buscaban legitimidad en sus reinados. Por ello, Jerusalén posaba como un trofeo esencial para tener capital político en la polis islámica. El tercer Calif del imperio islámico, Umar Ibn al-Khattab fue el primero en conquistar Jerusalén y construir allí la mezquita de Al-Aqsa. Esto lo hizo únicamente para ganar poder dentro de la Ijma y mantener su hegemonía, allí, Umar declaró que Jerusalén es la tercera ciudad más sagrada para el Islam (después de la Meca y Medina) y la apodó Bayt Al-Maqdis (la casa del gran santuario), el cuál paradójicamente es una corrupción del hebreo para Beit HaMikdash

 

Entonces podemos ver que la verdadera intención en el mundo islámico/árabe por conquistar Jerusalén va mucho más allá de un conflicto territorial, sino más bien históricamente ha sido por un objetivo de control político y social. Esto lo podemos observar también en la segunda conquista islámica sobre Jerusalén en las cruzadas por Saladín, quién quería ganar capital político para convertirse en un pseudo Calif. 

 

  1. Fin del imperio: ¿Por qué sigue la obsesión?

Las razones para el fin del imperio islámico varían según quién cuente la historia. Para los musulmanes, el califato se desintegra lentamente tras rencillas internas y la hiper-fragmentación de las corrientes religiosas, ya que el Sunismo se dividió en 6 corrientes, el Chiismo en 23 corrientes y el Jariyismo en 11 y se creó una cuarta corriente más liberal conocida como Sufismo, que se subdivide en 12 corrientes distintas. Si le preguntas a un historiador cristiano, el Islam fue vencido por las coronas cristianas, tanto en las cruzadas como en las batallas continentales para detener el Islam, como fueron las guerras en España. 

Si bien la disolución del imperio es difuso, lo que si es absolutamente concreto es que el Islam, en la totalidad de sus corrientes, cree en que el Califato volverá. Es una vil mentira creer que solamente los grupos terroristas como Al-Qaeda o Daesh creen en el restablecimiento de un Estado Islamico. El Islam basa su práctica casi totalmente en la conversión del mundo infiel en su religión, ello es la base esencial de la Jihad o guerra santa. Ahora bien, esto no quiere decir que todos los musulmanes sean belicistas, más bien existen aquellos que creen que la Jihad es una guerra física que se gana con la violencia y otros que creen que la Jihad se cumple espiritualmente, convenciendo al mundo infiel de ser parte de la religión de Mohammed. Esto es EL elemento central de este artículo, ya que esto prueba las intenciones del mundo islamico sobre Jerusalén. 

La intención de establecer un nuevo Califato ha sido una problematica que el Islam sufre contra el mundo exterior, que se rehusa a convertirse, pero también un problema interno, al tener que decidir quién será el elegido para regir. Esto nos lleva nuevamente al conflicto del consenso y los caudillos. Nuevamente, conquistar Jerusalén resulta sumamente útil para los contendientes del posible nuevo Califato, ya que no solo es un punto geográficamente estratégico en Oriente Próximo, sino que es un capital político sumamente importante si se quiere legitimar un Calif por sobre otro. 

Tras la fragmentación del imperio, la división territorial que se produjo benefició a algunos (políticamente) por sobre otros. Ergo, Arabia Saudita es una potencia islámica tan importante, ya que ellos controlan la Meca y Medina. La República Islámica de Irán, establecida en 1979, ha tenido siempre la intención de ser los nuevos califas del futuro imperio, y esto ha sido determinante en su obsesión por atacar a Israel. El antisionismo, del cuál se llena la boca el Ayatollah Jomeini, es una mera excusa en un largo plan para conquistar la tercera ciudad y ganar capital político en la Ijma. Los Judíos somos meramente un estorbo en dicho plan. Un medio, no un fin. 

Todo esto no es secreto, si vemos los nombres de las operaciones que realizan los grupos terroristas, controlados por Irán y Afganistán, suelen llamarse “conquista de Jerusalén” o “inundación de Jerusalén”.

En resumen, las obsesiones que tiene el mundo islamico sobre Jerusalén subyace en elementos ulteriores al Sionismo y el Judaísmo. La manía por controlar la Ciudad Eterna nace primordialmente de miles de años de conflictos internos por el control social, político, económico y religioso de la cultura islámica. Esto resulta de extremo interés si queremos estudiar los acuerdos Abrahamicos, promovidos por la primera administración de Donald Trump, ya que, podemos creer y llenarnos de esperanza en una posible paz perpetua en medio oriente al darnos las manos con nuestros vecinos, pero no debemos dejar de lado la intención trascendente de estas naciones en crear un nuevo Califato, y que Jerusalén es una pieza esencial en ese tablero de ajedrez.