Por Natalia Palacios, Directora Ejecutiva de CADENA Chile
El 2 de febrero comenzó un incendio devastador en Viña del Mar. En CADENA, rapidamente comenzamos a trabajar con la Red de ONG que damos primera respuesta ante emergencias. Comenzamos a monitorear la zona y a realizar un diagnóstico sobre las primeras necesidades, sabiendo que la emergencia estaba en pleno proceso.
El incendio fue de una magnitud inimaginable. Pasó de ser un incendio forestal a ser un incendio estructural en minutos.
Las llamas consumieron hogares, bosques, sueños y recuerdos, dejando a las familias afectadas en estado de shock y desesperación.
En medio de la tragedia, la esperanza se alzó como un faro en la oscuridad. El 4 de febrero, el equipo de CADENA llegó a Viña del Mar con un propósito claro: ayudar a quienes habían perdido todo. Nos unimos a la comunidad judía local, compartiendo el compromiso de aliviar el sufrimiento humano y brindar apoyo en momentos de crisis.
Por mi parte, fue mi primer acercamiento con la comunidad, y ha sido una experiencia hermosa desde el comienzo; me encontré con personas empáticas, cálidas, dispuestas a dar una mano y ayudar en todo lo que el cuerpo y la mente lo permiten. Aprovecho de agradecer a Andrés Weinstein (Presidente de la Comunidad Judía de Viña del Mar), al Rab Jonathan Szewkis y a toda la comunidad que recibió a CADENA con los brazos abiertos y se sumó a la hermosa causa de hacer Tikun Olam. Nuestro centro de operaciones fue la comunidad, en donde trabajamos en conjunto con voluntarios y madrijim durante varias semanas.
A través de charlas virtuales nos conectamos con quienes se estaban voluntarizando para ayudar, sin haber tenido nunca una experiencia similar previa.
No es fácil llegar a un barrio que ha perdido todo y escuchar sus historias, sus miedos y sus esperanzas; las ganas de ayudar nos invaden pero muchas veces los recursos no alcanzan.
Luego, en persona, nos presentamos con humildad y empatía, llevando más que suministros materiales: llevamos el abrazo cálido de la solidaridad, del Tikun Olam.
Nos centramos en proporcionar asistencia humanitaria a los residentes de los sectores afectados de Achupallas y El Olivar. A continuación, les comparto los recursos proporcionados durante la emergencia:
- 20,000 kits de desechables: Estos kits fueron destinados para la entrega de alimentos a voluntarios y bomberos que estaban trabajando en la zona afectada, garantizando que tuvieran acceso a comidas calientes durante las operaciones de respuesta. Las raciones de comida las entregaba ADRA.
- 300 kilos de comida no perecedera: Entregados a una olla común de Achupallas.
- 2 toneladas de pescado enlatado y fresco: La provisión de pescado enlatado y fresco ayudó a diversificar las opciones alimenticias disponibles y a garantizar una dieta equilibrada para los afectados por el desastre.
- 2 tanques de agua: Estos tanques de agua fueron fundamentales para garantizar el suministro de agua potable en la zona afectada, lo que permitió el funcionamiento de dos ollas comunes del Ejército de Salvación. Gestión realizada en conjunto con la Comunidad de Viña.
- Más de 800 kits de higiene para el hogar: La distribución de kits de higiene para el hogar contribuyó a mantener estándares básicos de limpieza y saneamiento en las viviendas afectadas, ayudando a prevenir la propagación de enfermedades. Esta acción necesitó muchos voluntarios, todos de Viña del Mar.
- 315 kits de higiene personal: Estos kits de higiene personal fueron esenciales para mantener la salud y el bienestar de los residentes afectados, proporcionando productos esenciales como jabón, cepillos de dientes y pasta dental.
- 200 carpas: Las carpas proporcionaron refugio temporal a aquellos que perdieron sus hogares en el incendio, ofreciendo protección contra las inclemencias del tiempo y garantizando un lugar seguro para descansar. Las entregas se realizaron junto a estudiantes del Cadena Club que funciona en un colegio que prefiere mantenerse en anonimato.
- 130 sacos de dormir: Los sacos de dormir fueron distribuidos para proporcionar comodidad y calor a las personas que se encontraban sin refugio debido al desastre, asegurando un descanso adecuado durante la crisis. Las entregas se realizaron junto a estudiantes del Cadena Club que funciona en un colegio que prefiere mantenerse en anonimato.
- 68 toldos: La entrega de toldos ayudó a crear áreas de sombra y protección contra el sol para aquellos que estaban trabajando en la zona afectada y para los residentes que se encontraban al aire libre.
Quienes han sido voluntarios, pudieron ser testigos de un trabajo colaborativo con otras ONGs, como lo son ADRA y el Ejército de Salvación.
Un grupo de madrijim fue invitado a cocinar en la olla común y no lo dudaron ni por un segundo. Se arremangaron, colocaron los elementos de seguridad e higiene y empezaron a trabajar en equipo con personas que nunca habían visto en sus vidas, con el deseo de hacer llegar un plato caliente hecho con amor a quienes lo necesitan.
Antes de terminar, les cuento que dentro de las familias afectadas (más de 6.000 hogares), hay 2 familias comunitarias, 3 familias de la 5ta Compañía (Bomba Israel de Valparaíso) y 4 familias que trabajan en el IH de Viña quedaron con sus casas incineradas. Hemos estado apoyando junto a Reshet y a la Comunidad de Viña con alimentos y kits de higiene. Ademas de que visitamos semanalmente a las dos familias comunitarias, a las cuales les entregamos carpas, frazadas, mesas plegables, colchones, sacos de dormir, alimentos, kits de higiene, toldos, remedios, luces solares, y asesoramiento de arquitecto y herramientas (a una de ellas). Muchas de ellas, donadas por ustedes, nuevamente gracias.
Viña del Mar se convirtió en un escenario de resiliencia y solidaridad. Las lágrimas se mezclaron con sonrisas, y las manos se unieron para levantar lo que las llamas habían derribado. Y nosotros somos testigos.
Hoy, mientras el sol se pone, recordamos el poder de la comunidad, la compasión y la acción conjunta. El incendio de Viña del Mar no solo dejó cicatrices en la tierra, sino también en nuestros corazones. Pero esas cicatrices son un recordatorio de que, cuando nos unimos, podemos transformar la tragedia en esperanza.